
CARTUCHOS DE HARINA
HCF Mansilla publicó en Brújula Digital un suculento ensayo en el que verifica que la Ilustración no ha borrado los atavismos culturales y tribales. Siguiendo a Arendt, observa las alianzas entre “las élites y la chusma”. Para HCF, debemos reavivar el legado socrático, opuesto a la pretensión de poseer la verdad. Añado aquí reflexiones desde otro ángulo. Me nutro del inglés John N. Gray, de René Girard y Allan Bloom, para no abundar en citas.
El proverbio ruso que da título a esta columna fue usado por el premier soviético Nikita Kruschev en una comida en Moscú con el vicepresidente estadounidense Richard Nixon, en julio de 1959. Kruschev quería apuntar así que él nunca evadía las preguntas difíciles.
Nuestros pruritos español e indígena por el honor se despliegan estos meses en la competencia electoral. El aparato público es aquí la coronación de la vida, el lugar de la fama y la realización.
Suena asombroso, pero Donald Trump ha publicado libros —y exitosos—, como El arte de negociar o Salvar América. Fruto de escritores fantasmas, no indagaría la política de Trump allí. Un manual para entenderlo es el de Pat Buchanan: La muerte de Occidente (entre los libros más vendidos de 2001, según el New York Times). Sus ideas han encarnado en la derecha estadounidense. Esta no es ya solo conservadora: busca una revolución.
No fui devoto del Jaime Paz político ni presidente. Recuerdo su defensividad con los periodistas (“¿por qué no respetan a su presidente?”) o su reclamo público por el modesto avión presidencial (!). Sin embargo, con sus sombras, su Gobierno ha envejecido bien. Miren sino la suerte de otros mandatarios, incluido el actual.
En 2016, un desconocido J.D. Vance publicó el libro Hillbilly Elegy. Hillbilly es el habitante de las zonas rurales montañosas de Estados Unidos, pero en la jerga es una ofensa dirigida a alguien estúpido o con absoluta falta de sofisticación. Esa obra de J.D. Vance fue reputada clave para entender el Brexit, o al votante de Trump. De un entorno de Kentucky, pero afincado en Ohio, J.D. Vance tenía como familia y amigos a quienes son llamados white trash (basura blanca): blancos sin medios ni educación, con trabajos precarios y familias disfuncionales.
El expresidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Salvador Romero, no es mi pariente. Intuyo, además, que somos aves distintas, aunque la cordialidad sin gran cercanía haya circundado nuestros escasos encuentros.
Las transiciones constitucionales “nunca son asuntos legales”. No obstante, los precandidatos no se animan a postular una reforma constitucional. Paradójicamente, Evo es el único que la plantea a veces. Por las urgencias que sufrirá el próximo Gobierno, les aterra la ciénaga de una constituyente, pero eso por una perpleja reverencia a la rigidez de la Constitución actual. Se cree que no hay otra vía para cambiar sus artículos más espinosos.
En septiembre de 1973, el secretario de Estado Henry Kissinger festeja que casi 20 Gobiernos reconocen a la junta militar chilena. El telegrama termina de modo peculiar: “los militares se esfuerzan por crear la impresión de un posible acercamiento con Bolivia”.
Hace 100 años era bien visto evocar la dictadura de Linares, contaba Ignacio Prudencio Bustillo. Se ansiaba otro hombre fuerte para purgar los males de la nación, incluso en el sentido de procurarle, figuradamente, la expulsión de los fétidos contenidos atorados en su vientre.