
CARTUCHOS DE HARINA
Estuve leyendo las memorias de Enrique Gorriarán Merlo (De los Setenta a La Tablada), uno de los líderes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) argentino. Y no sé si sea el mejor regalo prenavideño que pueda hacerles, pero me impresionó la descripción del atentado liderado por Gorriarán Merlo, que le costó la vida al exdictador nicaragüense Anastasio Somoza en Asunción, la capital paraguaya.
Las elecciones argentinas son este fin de semana. Y el debate de hace siete días reveló cuál de los candidatos tiene más oficio: Massa. Porque a veces se olvida que por más que todos los adultos tengamos derechos de ciudadanía, la política es también una profesión. No sé si eso necesariamente beneficia a Massa, el político más trajinado de los dos que concurren a las elecciones de este domingo, pues, a ojos de los votantes contra las “castas” o de los afines a las consignas populistas de “que se vayan todos”, un político trajinado es el mal por definición.
Bolivia rompió relaciones con Israel por los hechos ocurridos en la Franja de Gaza, que incluyeron el bombardeo de campos de refugiados. El Estado boliviano no reprendió, previamente, que el grupo Hamás desplegara un brutal ataque sobre población civil israelí. Según Hillary Clinton esta semana, la acción israelí es inevitable para que Hamás no se rearme. Menudo precio a pagarse en vidas para evitar que Hamás se reponga.
Cuando Evo renunció, el Tribunal Constitucional emitió un comunicado, afianzando la sucesión de la entonces presidenta Añez. Como no se trató de una resolución ni de un fallo, el comunicado pudo quedarse en la ambigüedad y ser reinterpretado como inútil luego.
Ya antes, el mismo Tribunal debió deliberar acerca de la repostulación de Evo Morales. Como todos sabemos, llegó a la conclusión tácita de que el referéndum de 2016, como dicen en Chile, “valía callampas”, pero que Evo tenía el derecho a intentar otra reelección.
La información acerca de que las reservas de gas están en un mínimo, y que ya no podemos cumplir con los contratos que tenemos con nuestros compradores, no es nueva, por lo tanto, no nos ha tomado por sorpresa. Quienes saben de economía y estaban ocupados del tema, iban advirtiendo al respecto desde hace muchos años. Sus advertencias eran contundentes, y tan repetidas, que parecían lamentaciones jeremiacas, e hicieron que hasta los opositores al gobierno del MAS no las tomaran en serio.
Critiqué en su tiempo el actual modo de elección de magistrados. Este fue inspirado en las tesis soberanistas (“que el pueblo elija”) de unos profesores españoles. A ellos se les encargó poner orden en el caos constituyente, pues, no había quién redactase un texto constitucional que reuniera la discusión de las comisiones. Flaco favor fue entregar el alma constituyente a unos consultores itinerantes.
El vacío del papel virtual de esta columna me hizo doler la panza. De ahí me acordé de que el gran Groucho Marx dejó en blanco el primer capítulo de su libro titulado Camas. Ese capítulo se titula “Ensayo sobre las ventajas de dormir solo” y lleva una Nota del editor. Este informa que el autor decidió dejar en blanco ese capítulo. Lo dejó en blanco manifiestamente, añado, porque las ventajas de dormir solo se reducen a un avaro monopolio: no compartir la cama con nadie.
Las posiciones internacionales de Bolivia lucen como un alineamiento antioccidental próximo al circuito Rusia-China. Nuestros votos en la ONU son consistentes, aunque respecto de la guerra en Ucrania no siempre guardan correlación con el triángulo La Habana, Caracas, Managua. No obstante, Bolivia no es un satélite remoto de Moscú o Beijing. Con extravagancias (¿negligencias?) propias, como los devaneos con Irán o la falta de embajadores con Washington, tal vez el eje boliviano está ahora más cerca de casa: miren su relación con Lula.