CARTUCHOS DE HARINA
La cárcel de Camacho ha terminado por ser aceptada. Aun sus adherentes y el Comité Pro Santa Cruz han cambiado un activo papel denunciatorio por otro, pasivo. Se trata de cuestiones de la legitimidad de la medida, pues para que esta lo sea no se necesita que la apoye la mayoría, sino que por lo menos la tolere, incluso si a regañadientes.
Rodolfo Saldaña era profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Mayor de San Andrés en los años 80. Se hablaba de él como de una leyenda, pues había sido mencionado positivamente por el Che en su diario, el 20 de noviembre de 1966: “Vino con ellos Rodolfo, que me hizo muy buena impresión. Al parecer, está más decidido que Bigotes a romper con todo”.
El carnaval fue avaro en noticias políticas. De no ser por Evo, habríamos sido condenados a la abstinencia. Pero claro, la aparición dominical de Evo revela un oficio que contrasta con el de sus detractores. Ellos son menos dados a ocupar su tiempo libre en la política, aunque hablar más no implique siempre acertar.
Tres han sido los gestos bolivianos a raíz de la crisis peruana. Primero, el presidente Arce se jugó -con sus pares de Argentina, Colombia y México- por Castillo, instando a las instituciones peruanas a no revertir el resultado de la voluntad popular. Los presidentes nada dijeron de los aprestos fujimoristas del expresidente Castillo, pero pidieron la aplicación de la normativa americana de derechos humanos.
El espíritu navideño se ha apoderado de este columnista, razón de más para pasarle por alto su ñoñería. No es que espere los regalos que no llegarán de mi aficionado grupo de cuatro lectores sueltos, sino que el alma no da ya para relamerse la crítica de la semana ni para apuntar al bobo del día, como hizo Lionel Messi en Catar, con tanta difusión como furia.
Bolivia y Chile la sacaron barata en el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Nosotros, porque una vez que aceptamos que el Silala es un curso de agua internacional, ya nada más duro era posible. Chile, porque hizo innecesario un pronunciamiento en su contra con su admisión anticipada de que Bolivia eventualmente desmantele los canales e infraestructura levantados en territorio boliviano.
En su libro de 1967, Memorándum sobre política exterior boliviana, José Fellman Velarde señalaba que Bolivia no carecía de una posición en sus relaciones internacionales; lo que en verdad le faltaba era una doctrina. Fellman fue canciller de Paz Estenssoro cuando Bolivia rompió relaciones con Chile por el desvío del río Lauca. La “doctrina” Fellman adoptó la ruptura de relaciones diplomáticas como un castigo al vecino, medida que sólo levantamos por las negociaciones de Charaña en los años 70.
Salió rajando al Brasil el presidente argentino Albertico Fernández para sacarse foto con el vencedor Lula, y engrosar su lista de videos en Twitter. En ellos, Fernández despliega su generoso sentido del tacto con otros mandatarios y autoridades -John Kerry se salvó una vez, al paso, de los toqueteos-. Además, Albertico trae la mirada extasiada por sus interlocutores de izquierda, sobre todo varones (con algo de homofobia, Alan García diría que él no se fijaba en hombres).
Hace 19 años un sistema político y económico cayó, en parte porque se quedó sin aliados. Como receta inversa, el sistema levantado a partir de 2006 se basa en cooptar aliados sociales, de modo que ya casi no caben los intereses de todos (pienso en las recientes protestas de los mineros de Colquiri y Huanuni, por ejemplo). El aparato corporativo nacional fue conectado al Estado, con la esperanza de que deje de resistirlo y más bien lo consolide. El excedente del gas permitió, además, sumar esos aliados sociales.