SIN VUELTAS
No se falta a la verdad cuando se afirma que Santa Cruz es el departamento más pujante de Bolivia. Tampoco cuando se destacan muchos otros atributos: moderno, emprendedor y abierto al mundo, entre los más escuchados. Para sostener los halagos sobran informes, encuestas, indicadores y testimonios entusiastas de propios y extraños que dicen haber encontrado en Santa Cruz lo que los españoles buscaron hace siglos, el soñado y esquivo El Dorado. Y siguen llegando, a cuenta gotas o por montones, los buscadores de tesoros.
Ni bien inicia septiembre, una avalancha de manifestaciones de júbilo copa la agenda de actividades en Santa Cruz. Sobran discursos, poemas, canciones y festividades dedicadas a celebrar el mes entero, aunque la fecha conmemorativa sea solo una, el 24, que nos recuerda el primer grito libertario de 1810 contra la corona española. Un mes de muchas declaraciones de amor y promesas a Santa Cruz, que —en su gran mayoría— no se cumplen. Año tras años es la misma historia. Y así vamos ya 213 años.
¿Qué haría usted si en un trámite engorroso, rutinario y obligado en muchos casos, como es el de solicitar certificado de antecedentes penales, aparece como sentenciado por un delito que no cometió? Seguramente recurriría a las autoridades competentes para que, a la brevedad posible, y luego de la obligada verificación de la falsedad, éstas dispusieran la cancelación del certificado.
La CAF-Banco de Desarrollo de América Latina protegerá los acuíferos y bosques de Santa Cruz?, es la pregunta que hace Alas Chiquitanas frente a su silencio manifestado en la falta de respuesta a las, al menos, 17 cartas que le han enviado, solo en junio, último parlamentarias, colegios de profesionales, fundaciones y colectivos de defensa del patrimonio natural de Bolivia, particularmente de Santa Cruz, acerca del caso que preocupa hoy y que tiene nombre y apellido: proyecto vial Kilómetro 13-Las Cruces-Buena Vista, financiado en parte con un crédito de ese banco.
Es asustador en lo que ha derivado el “proceso de cambio”, la consigna repetida por jefes y seguidores del MAS. De la promesa de transformaciones sociales, políticas y económicas en Bolivia que marcaron sus primeros años en la disputa política partidaria y, luego, de gobierno, la consigna parece limitarse hoy al cambio de etiqueta con la que se identifican unos y otros: de “¡hermano!” a “¡narco!”. No es un cambio menor, ni para el MAS, ni para “Bolivia, paraíso del narcotráfico”, como tantas veces ha sido sindicado nuestro país.
Llegó otro 6 de agosto y todo hace prever que será un aniversario más de Bolivia marcado por discursos oficiales huecos, cargados de retóricas mentirosas. Una vez más tratarán de pintarnos un país de ficción, recurriendo a cifras que hablen de logros económicos u otras que simulen un estado de paz y armonía, inexistentes hoy.
Ya casi escucho un entusiasmo forzado, siguiendo la línea del anticipado mensaje presidencial difundido en la víspera y dirigido a los bolivianos que residen en el exterior.
Fortaleza, coherencia y dignidad es la tríada con la que Amparo Carvajal ha logrado abrir una ventanita de esperanza en esta Bolivia que se debate entre la impunidad de quienes abusan del poder que ostentan, y la ofuscación no siempre involuntaria de quienes padecen los rigores de ese abuso. Impunidad y ofuscación que van en aumento cada día, provocando daños irreversibles ante la vista y paciencia de una mayoría silenciosa.