Homenaje al oriente: calidez boliviana
// Texto: Alicia Cortés Soruco
Fotos: Pablo Oh y Los Tiempos //
Mucho se habla de la cosmovisión boliviana, del sentido de unión, de la fría belleza de nuestro país. Y todas las cosas que se dicen al respecto no sólo son precisas, sino completamente reales. Bolivia tiene una colección increíble de lugares y destinos hermosos en los páramos más fríos del continente, donde la altura, la sequedad y el hielo serían capaces de acabar con cualquier belleza. Bolivia es un ejemplo de la supervivencia y el desarrollo en ecosistemas hermosos, pero hostiles, llenos de peligros para el ser humano y su cultura. Y el país es famoso por sobrellevar estas dificultades con mucha gracia, con sociedades adaptadas que rebosan de vida a más de 3.000 msnm.
Pero este hecho, por mucho que sea verdad, no es el panorama completo. Porque existe otro lado de Bolivia. Una cara vibrante, fuerte y orgullosa, que ha estado en la vanguardia del desarrollo desde hace mucho tiempo, pero que, por alguna razón, parece mantener sus maravillas en secreto. Este mes, celebramos a dos de nuestros departamentos cálidos. El 24 de septiembre se recuerda tanto la independencia de Santa Cruz como la creación de Pando, momentos clave de nuestra historia que configuran el camino del país entero.
Ya han sido varias ocasiones en las que el equipo de Una Gran Nación ha podido pasear por las amplias calles de Santa Cruz, cruzar sus grandes parques y reservas donde las raíces son profundas y los árboles alcanzan al sol. También hemos recorrido la belleza de Pando, rebosante de vida y movimiento, salvaje y amable a la vez. Ambos destinos nos han enseñado cosas distintas, nos han mostrado un lado de nuestro país que era completamente desconocido para nosotros.
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En estas ocasiones, nos hemos dado cuenta de cuán aislados podemos estar, incluso siendo compatriotas. Porque hasta que no nos embarcamos en nuestras aventuras por Bolivia, no estábamos familiarizados con el calor húmedo de la selva del oriente. No habíamos escuchado mucho de la dulce lengua guaraní. Nunca habíamos posado los ojos en espacios naturales tan poderosos y despiertos como son nuestros parques de la selva boliviana. El contraste fue claro.
Algunos de nosotros veníamos de valles tranquilos, de pastizales verdes que se extienden hasta el horizonte. Otros, somos del altiplano, donde el viento susurra y el frío es nuestro hermano. Y sí, tenemos compañeros que son del oriente, pero sus palabras y descripciones no les hacen justicia a los paisajes que esta zona de Bolivia tiene.
Es por eso que UGN se ha dedicado a visitar y conocer Santa Cruz y Pando, buscando mostrar la increíble belleza que se esconde en sus fronteras. Y en el camino hemos descubierto mucho más. Nos hemos topado con un conjunto de personas, lugares, paisajes y espacios que funcionan como un motor para todos. Una voluntad férrea que arrastra años de experiencia hacia un objetivo brillante: el desarrollo.
Cada historia, cada vida y cada persona tiene una visión. No hay un solo rincón del oriente que no tenga emprendedores, soñadores dispuestos a entregarlo todo para ver el éxito de su trabajo. Ideas que parecen sacadas de cuentos de hadas, pero se hacen realidad entre los árboles de la selva oriental boliviana.
Estos sueños tienen nombre: Reina del Enin, el Crucero de Río, donde podemos pasear por las carreteras acuáticas naturales del Amazonas. El Refugio Volcanes que vigila los interminables kilómetros del Parque Nacional Amboró, lleno de vida y belleza natural. Pueblos encantadores donde las personas han decidió invertir en una visión, como Samaipata, que explota de movimiento y cooperación.
Nuestra selva pandina incluso es la mayor proveedora mundial de castaña amazónica, pues los productores bolivianos pusieron todo su esfuerzo para cumplir con las medidas sanitarias que exigen en el resto del mundo. Se trata de un esfuerzo digno de ser admirado, aplaudido y replicado.
Como bolivianos, tenemos el privilegio de llamar a esta zona, “nuestra”. De recorrer paraísos naturales, como el de la Reserva Nacional de Vida Silvestre Amazónica (RNVSA) Manuripi, donde los animales y la vegetación viven en paz y armonía. Tenemos en nuestro territorio uno de los oasis verdes más importantes del mundo, una zona que define el clima de todo nuestro planeta y dicta si la vida continúa…o no.
Es momento de que nos demos cuenta de la riqueza que tenemos. Esta riqueza no se mide en kilogramos, en kilates o en dólares, sino que se aprecia en kilómetros de vida libre, de árboles gigantes, donde monos juegan y saltan. Esta riqueza se encuentra en la mirada del jaguar, que se sabe príncipe de la selva amazónica. Una Gran Nación ve esta opulencia natural cuando los loros y los tucanes vuelan sobre nuestra cabeza y nos dejan escuchar su llamado.
Pero, sobre todo, vemos esta riqueza en la chispa que tienen los ojos del oriente. En ese acento dulce, que nos indica la presencia de un amigo y hermano. En los altos edificios de las ciudades, que casi logran competir con los magníficos gigantes de los bosques. El oriente boliviano trabaja, vive y se levanta todos los días para llevar al país hacia un nuevo futuro. Para convertir a Bolivia en Una Gran Nación.