Retorno del MAS sin Evo
En estos días brumosos que corren, tenemos clavados los ojos en el horizonte de una esperanza. Nos han hablado tanto de ella, o su equivalente, como si de verdad existiera. Pero tal vez alcancemos eso el día menos pensado; pero que sea más temprano que tarde, para que no se parezca a una promesa electoral; es decir, a una mentira.
El señor Arce, el otro, no el que se corrió a refugiarse, sino el que asumirá, el próximo domingo, el mando de la Nación, dijo a la prensa que si Evo quiere regresar, que regrese,” será bienvenido; pero no será parte del gobierno”. Esto último francamente no cuesta creer. El Evo es muy bonito para comportarse como ajeno a lo que está ocurriendo en Bolivia. No olvidemos que fue jefe de campaña del MAS y eso le hará sentirse como si él fuera el ganador, amén de que fue siempre un vigilante remoto.
Y como si quisiera salir al encuentro de nuestras dudas, acaba de recomendar o aconsejar a la Iglesia que no se meta en asuntos que conciernen al Gobierno entrante. Ahora la cosa está más clara. Evo sí puede meterse, pero no la Iglesia. Está bien. También nosotros nos andaremos muy a la mano, sin riesgos ni sobresaltos, como buenos ciudadanos. No queremos caer en lo mismo que criticamos, como los políticos. El que deberá decir algo, pero quizás lo haga en su momento, es el señor Arce; él es el dueño del circo ahora.
Pero hay tantos modos de ser y no ser del Gobierno. No es necesario que a uno se lo vea en un ministerio o en otro lugar estratégico desde donde se puede seguir mandando igual que ayer. Además, no está roto el cordón umbilical que liga estrechamente al Gobierno con los cocaleros. En estos tiempos virtuales, el Legislativo es virtualmente de ellos. Es otro poder temible, como cuando estaba a cargo de una tal Copa. Ahora preside el Senado un alto dirigente cocalero, y le sigue de cerca el otro que no es menos efectivo cuando se trata de una situación belicosa.
Pero como estamos en un escenario nuevo, con otros actores de quienes no se sabe gran cosa, creemos que no sería correcto descartar eso que tanto ha deseado el “soberano”, la independencia de poderes. Es un clamor popular, una ilusión, una quimera. ¿Se dará ahora? tal vez sí, tal vez no. ¡Quién sabe! El señor Arce Catacora nos ha empujado a esa fantástica esperanza. Ojalá pueda producirse ese milagro. Veremos qué pasa.
Como ya se habrá advertido, es todavía temprano para ver las cosas en su real dimensión e identidad. Por ahora, el trato es como de la escobita nueva. Pero no dejamos de observar, así sea desde la distancia externa y lejana, un potencial pandemonio en ese embrujado Palacio Quemado o por quemar. Por ahora se ve muy bonito ese binomio cargado de simbolismo emblemático. Los dos lucen una estampa discreta sin la fogosidad del caudillo envanecido. La clase media y la indígena, codo a codo para resolver los problemas del país. ¡Excelente!
El autor es columnista independiente
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS