Asoman las orejas del lobo
Los ciclos políticos se renuevan cada cierto tiempo. La tendencia que utiliza a los movimientos sociales se produjo a la caída de los partidos neoliberales, a comienzos de este siglo. Sean de uno o de otro lado, tienen algo de común. En Bolivia se realizó la Asamblea Constituyente en 2006. Más de medio millar de políticos desocupados se dieron una vacacioncita pagada por el Estado, en la capital de la República. Tardaron y gastaron más de la cuenta. Y ni siquiera redactaron el proyecto del texto constitucional.
Tenían la misión de elaborar el marco normativo para un pacto social. Se denominó “Originaria, Plenipotenciaria y Fundacional”, un espectro de ficción, llamado también “Estado plurinacional”. Se monitoreó el evento desde La Paz, con la pretensión de incorporar la reelección indefinida como un derecho humano. Por las lenguas diferentes, la Asamblea fue una torre de Babel, y por las discusiones sin tregua, una olla de grillos. Fracasó.
Parece que vuelven ahora las masas y los caudillos.
En Chile, tras una persistente agitación social se abrió la compuerta. La pandemia morigeró un poco, pero no apagó el conflicto. Se demandó transformaciones profundas y radicales en lo institucional, económico y social. La “Convención Constitucional” tiene algunas novedades, como la paridad de género; tal vez no sea tan mala, como la que vimos en Bolivia.
Preside una mujer mapuche: profesora, lingüista y académica. Chile es un país relativamente más ordenado, pero la gente quiere que otras figuras ocupen el escenario de la vida pública. Los 155 constituyentes, tienen el propósito de diseñar una nueva Constitución. No está aún muy claro lo que podrán hacer, pero es indudable que se ha generado una gran expectativa.
Perú vive una aventura similar. Pedro Castillo es dirigente sindical del magisterio rural. Por identidad étnico-cultural la masa campesina inclinó a su favor la balanza, aunque con mínima diferencia. La tendencia que aplicará es todavía una incógnita. En el balotaje se dio un curioso “reencuentro” entre dos acérrimos rivales políticos, y esta vez en las urnas. En los años 90 el presidente Alberto Fujimori derrotó a los terroristas del Sendero Luminoso, cuyo líder, el profesor Abimael Guzmán, fue sentenciado a cadena perpetua. En 1997, en el edificio de la embajada del Japón, también cayó el grupo maoísta MRTA. Con el ascenso de Castillo, se respira el temor de que esos grupos se reactiven otra vez.
Se muestra aún cauteloso el nuevo mandatario. Pero el anuncio de la Asamblea Constituyente ya es una pauta. Hay un panorama político y social complicado, con datos que revelan la desigualdad campo-ciudad. Algo más del 44% de los pobres vive en el área rural. La inestabilidad política marcó su huella, igual que la corrupción; por esta última causa varios expresidentes están presos. Y con casi la mitad del electorado en contra, no será fácil implantar un régimen totalitario, como seguramente esperan los dictadores de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Tal el brumoso horizonte político que se pinta en varios países de Latinoamérica, con una nube de tormenta roja que amenaza a la democracia. El tiempo y las aguas dirán qué es lo que se viene.
El autor es ciudadano de la República
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS