Idóneo/a, ¿para qué?
El adjetivo “Idóneo/a” sirve para designar a una cosa o persona que reúne las condiciones o cualidades óptimas para algo. Así, para conducir un vehículo, se requiere buena vista; para practicar ping-pong, básquet o voleibol, brazos; para ser vocalista de un grupo musical, articular palabras.
Ergo, alguien que carece del sentido de la vista, no tiene brazos o es mudo, respectivamente, no es idóneo para conducir un vehículo, practicar uno de los deportes mencionados o ser vocalista. Esta reflexión viene a propósito de que, en el último tiempo y en relación a la próxima designación de un nuevo titular de la Defensoría del Pueblo, se han mencionado varios nombres que pudieran ocupar el cargo.
En efecto, no ha faltado quien afirmó que la actual detentadora interina del cargo es idónea para permanecer en él, esta vez como titular. Se ha escuchado también que una activista, que maltrata a quien se cruza en su camino, habiendo hecho lo mismo con algún personal de la Defensoría del Pueblo de manera pública, sería también idónea para ocupar el cargo (¡cómo nos encanta el maltrato a nuestros semejantes y a nosotros mismos!).
Y varias personas, con el derecho que les asiste, han manifestado públicamente su intención de postularse al cargo. Por ello, conviene pasar repaso a lo que es la Defensoría del Pueblo para, a partir de ello, formular un perfil de alguien idóneo para ser su titular. Comencemos señalando que todo Estado cumple tres funciones esenciales: legislativa, ejecutiva o administrativa y judicial o jurisdiccional, lo que ha dado lugar a que se consagre la llamada división de poderes.
La realidad mostró que el ejercicio de los derechos de las personas en relación a la actividad administrativa del Estado, esencialmente atribuida al Órgano Ejecutivo (aunque no de manera exclusiva), tenía muchas dificultades, razón por la cual, hace más de doscientos años, se ideó la figura del Ombudsman o Defensor del Pueblo, como la “Magistratura de la persuasión”, que permita a toda persona ejercer plenamente sus derechos ante la administración.
El Defensor del Pueblo nació entonces como un contralor de la administración pública. Tiempo después, en 1981, España eligió su primer Defensor del Pueblo, don Joaquín Ruiz Jiménez, abogado católico conocidísimo por su entrega a la causa de los derechos humanos durante la dictadura de Franco. Fue entonces cuando, a la función de contralor de la administración pública, se añadió la de defensor de los derechos humanos.
En consecuencia, la función de un Defensor del Pueblo tiene que ver con el Estado; pero tiene que ver en el sentido de que la Defensoría del Pueblo existe para enfrentarse al Estado, cuando éste abusa de las personas, cuando vulnera sus derechos. Y esto es así independientemente de quién se encuentre como presidente o en la función pública, y también independientemente de quién sea la víctima del accionar estatal.
Hay quienes creen, sin embargo, que la división de poderes es un invento del imperialismo, que el Estado lo es todo; y no sólo lo creen, sino que lo afirman y lo dejan por escrito. Demostrando su espíritu totalitario, le piden a un Defensor del Pueblo (en su acto de posesión) que ¡defienda al Estado! Es decir, a nombre de un pseudo “proceso de cambio” y una pseudo “revolución democrática y cultural”, le piden a un Defensor que haga lo que no debe hacer.
Si esta es la concepción que se tiene acerca del rol de la Defensoría del Pueblo, si se cree y practica la “religión” del totalitarismo, del abuso y del maltrato a los semejantes, naturalmente será “idóneo/a” para el ejercicio del cargo alguien sumiso al poder, alguien sumiso al partido en función de gobierno, alguien que ha hecho de su práctica cotidiana el desprecio, la ofensa y el maltrato a sus semejantes si no comparten sus ideas.
Sin embargo, un Defensor del Pueblo no es eso; su magistratura no fue inventada para ser complaciente con el poder estatal, para ser llunk’u de los que ocasionalmente accedieron al poder y abusan de él, pretendiendo eternizarse para actuar discrecionalmente y maltratar a sus semejantes. Un Defensor del Pueblo es un servidor público que no sólo por disposición legal sino por convicción y práctica cotidiana está al servicio de todo aquel que es víctima de los abusos del Estado y está dispuesto a enfrentarse a él.
Columnas de CARLOS DERPIC S.