Tecnofeudalismo o el fin del capitalismo
Hay un intenso debate entre economistas, sociólogos, politólogos y otros sobre qué tipo de sociedad está comenzando con la cada vez mayor intromisión de inteligencias artificiales y algoritmos en la vida.
Una de las propuestas más audaces es la que articuló el greco australiano Yanis Varoufakis (Falero, 1961), economista, político, docente y exministro de Finanzas de la coalición izquierdista Syriza, que gobernó Grecia hasta 2019.
En su obra Tecnofeudalismo, El sigiloso sucesor del capitalismo, publicado en febrero de 2024 y disponible -gracias a los Dioses- en versión digital, Varoufakis desarrolla, en siete emotivos y fascinantes capítulos, una innovadora propuesta que busca mucho más que una simple definición del mundo.
Varoufakis comienza recordando conversaciones con su padre, un ingeniero químico de izquierdas que tuvo una gran influencia en su hijo.
Los recuerdos familiares, la historia clásica de Grecia y el análisis económico y político se combinan magistralmente en toda la obra. Tecnofeudalismo centra su análisis en una hipótesis un poco difícil de digerir. Y es que juntar en una sola palabra tecno y feudalismo parece una contradicción, ya que feudalismo, generalmente, trae a la memoria la edad media.
Pero la tesis de Varoufakis es bastante más práctica. Las dos características del capitalismo, el mercado y el beneficio, fueron reemplazados por la renta y los feudos digitales. Vamos por partes.
Una de las claves del paso del modo de producción feudalista al capitalismo fue el cambio de la forma de expropiación del excedente, es decir, de la renta por el beneficio. Es decir, que los señores feudales cobraban una renta por el uso de sus tierras, con siervos o campesinos como sujetos obligados de trabajo. Tierra y armas igual a poder, eso es el feudalismo. En el capitalismo los industriales expropiaban el excedente generado por el trabajo de los obreros. La propiedad de los medios de producción y las armas, más el Estado, son el poder en el capitalismo.
Otro elemento que diferencia al feudalismo del capitalismo es que el poder de mando pasa de los señores feudales a los capitalistas. A medida que la tierra se mercantiliza y se vuelve un bien de capital, los siervos y vasallos dejan los campos para pasar a ser obreros de pequeñas unidades productivas que luego serán grandes industrias. Así, los capitalistas mandan sobre los feudales y los campesinos.
La diferencia entre la renta y el beneficio es que la primera no es vulnerable a la competencia del mercado. La renta deriva del acceso privilegiado a bienes con oferta rígida, como la tierra, mientras el beneficio es la ganancia que se lleva el empresario cuyos obreros han creado productos que de otra manera no existirían. Estos productos pueden ser creados por otra empresa o mejorados, por eso son susceptibles a la competencia, lo que condiciona la ganancia. La renta no es tan susceptible al libre mercado.
Ahora bien, Varoufakis dice que la renta ha vuelto a ser (o está por serlo) la forma de apropiación del capital y que el poder ha pasado a grupos tecnológicos a quienes nombra como los “nubelistas”.
Para comprender mejor hay que leer algunas obras previas de Vorufakis, al menos el Minotauro Global, libro en el que el griego explica la caída financiera global de 2008. Es importante resumir el argumento, porque no se comprenderá uno sin otro. Es una alegoría griega de lo que hace Wall Street y la deuda norteamericana, al crear el déficit fiscal, que, al igual que la mítica bestia griega, se tragaba los beneficios del mundo en dólares y requería cada vez más y más dinero para funcionar, a través de complejas y ficticias maniobras financieras.
Ahora sí. De la muerte del minotauro, las inversiones millonarias en tecnología, tanto en EEUU como en China.
Hay dos “feudos en la nube” creados por las tecnológicas de EEUU y China, que tienen hoy un gran poder de decisión sobre los grandes capitalistas y sobre la población en general. Los obreros o proletarios de la nube somos todos al estar obligados a trabajar para los feudos digitales de manera gratuita y eterna, sin poder de veto. ¿Acaso no utilizamos aplicaciones y redes sociales todo el tiempo, dando nuestros datos y creando contenido para empresas tecnológicas que no nos devuelven nada? Y los emprendedores y las empresas deben pagar espacios para existir, para vender, comprar o comunicarse. La renta por el uso de estos espacios en la nube es el nuevo modo de producción. Y no sabemos hasta dónde se va a imponer y qué problemas traerá. ¿A qué feudal digital servirá Bolivia?
Columnas de NELSON PEREDO