Un reloj de pared, dos libros y su tejido acompañan a Jeanine Áñez en prisión
Cuánto ha cambiado la vida de Jeanine Áñez de un año a otro. En 2020 era presidenta, con todas las comodidades y el poder, pero también las responsabilidades que ello implicaba. Ahora acaba de comenzar abril de 2021 casi sin saberlo, porque está encerrada en un cuarto donde el tiempo da lo mismo, aislada, sin la compañía de sus hijos, Carolina y José Armando, quienes son los dos familiares autorizados para alcanzarle la comida con la dieta especial que debe seguir para cuidar su salud en el almuerzo y la cena, pero solo en cinco minutos.
Al ingresar la puerta del penal, a la izquierda está la reja que conduce a donde se encuentra la población. A la derecha, unas gradas llevan a un primer piso, donde está la enfermería, que se fue dividiendo en varios ambientes.
En uno de ellos está recluida Gabriela Zapata, la exnovia del presidente Evo Morales. A dos puertas de distancia está la exmandataria. El sector tiene un médico, una enfermera y varios policías que resguardan el ingreso y salida de las personas. Obviamente, ellos habilitan por turnos el uso del baño común para todos, que está cerca de las gradas, por eso ambas nunca cruzaron ni siquiera una mirada.
Su habitación tiene una ventana que da a la lavandería, ese es el único contacto visual con el exterior, pero por ahí se filtra más el frío, no solo por la temperatura, sino el encierro.
En una hoja arrancada de un cuaderno cuadriculado, ella escribió esta semana: “30 de marzo de 2021, Miraflores. No hay día que este sector no esté helado. Yo incomunicada, no me entero de nada, de muy poco, ni de mi proceso político montado por el gobierno como ‘terrorista’. Mis abogados no vienen, porque si vienen ya mis hijos no entran, y daría lo mismo, si no te dejan hablar, justo para dejar lo que me traen, medio hablar tan rápido como se puede y la voz de la autoridad de la Policía ‘hora señora’, de una manera implacable, cumpliendo órdenes”.
Cuando ingresó al Palacio de Gobierno, la noche del 12 de noviembre de 2019 tras la sucesión, dejó una Biblia en las gradas. Una más pequeña la acompaña hoy en el dormitorio, junto con otro libro que le llevaron sus hijos.
Tras un calvario, sus allegados pudieron introducir un reloj que está colgado en la pared. Eso la ha ayudado a recuperar la noción del tiempo. Introducir lana y un instrumento para tejer ha sido otro gran logro. Hasta el viernes, ella había terminado ya dos portavasos y un portaplatos.
Historia
La cárcel de Miraflores fue adaptada en el ambiente que antes albergaba un hospital. Actualmente tiene 70 internas.
El 6 de febrero de 1997, 20 internas de la cárcel de mujeres de Obrajes fueron trasladadas al “nuevo” Centro Penitenciario Femenino (CPF) de Miraflores.
Las reclusas, entre ellas cinco terroristas del MRTA, EGTK y CNPZ, estrenaron ese penal que fue remodelado con una inversión de más de $us 100.000 en los predios de la antigua Clínica de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol).
Cada dos internas recibieron, entonces, una celda-dormitorio y un baño con ducha y tina.
Todas iban a acceder a los ambientes y dos patios. El entonces Subsecretario de Régimen Penitenciario, José Luís Harb, dijo que la operación del traslado fue un éxito y valoró las condiciones de comodidad de las que gozarán las internas del COF que hasta hace poco soportaban un marcado hacinamiento en Obrajes.
Los medios de comunicación que realizaron la cobertura del traslado, dieron cobertura a la terrorista peruana del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), Aida Elizabeth Ochoa.
Ella, al ser captada por los medios, hizo propaganda para su organización subversiva y destacó el secuestro de la embajada de Japón en Lima, que justo en ese momento mantenía en crisis a los gobiernos de ese país, de Perú y Bolivia, principalmente.
Más tarde, otras 25 internas serán llevadas a Miraflores, haciendo un total de 45. Hoy son 70 y la población carcelaria se acerca cada vez más a doblarse. El hacinamiento crece.