
BITÁCORA DEL BÚHO
¡Quizás de eso se trate la vida!
De un secreto indescifrable, o de un eterno sueño del cual se despierta sólo con la muerte.
Un sueño dentro de otro sueño, diría Edgar Allan Poe.
Si la muerte es un misterio, la vida lo será mucho más, porque esta última te presenta miles de opciones para cómo vivirla y, a veces, ninguna te conforma.
Mitómano, vengativo, déspota, bellaco, bribón, desleal, cobarde, antidemocrático, tramposo, antiético, demagogo, inmoral, egoísta, autócrata, manipulador, desclasado, traidor, perverso y pedófilo. ¡Sí, definitivamente estás muy enfermo!
Mira, te cuento. Para los clásicos sofistas del siglo de oro en la antigua Grecia, saber ejercitar el doble discurso consistía en hacerse expertos en el arte de la confusión, la contradicción y el relativismo de los hechos y el conocimiento.
Poder y Estado, o poder político, suena a una dicotomía sospechosa, pero también a ingredientes ineludibles para definir cierto orden social o, en muchos casos, un desorden social, político y económico.
“Los liberales creían que, gracias al desarrollo de la libre empresa, florecería la sociedad civil y, simultáneamente, la función del Estado se reduciría a la de simple supervisor de la evolución espontánea de la humanidad.
Martes, 9 de octubre
(…) “Navegó al Sudoeste. Anduvo cinco leguas; mudóse el viento y corrió al Oeste cuarta al Noroeste, y anduvo cuatro leguas. Después con todas once leguas de día y a la noche veinte leguas y media. Contó a la gente diecisiete leguas. Toda la noche oyeron pasar pájaros”. (…)
La pugna entre la luz y la oscuridad es casi siempre desequilibrada, a veces nuestra lucidez no responde a la complejidad de la realidad pura y dura.
Es una dualidad constante, nuestra condición de seres humanos nos lleva a lidiar con una doble faz; mitad verdadera, mitad impostora.
La noche parece ser un buen motivo para reavivar la mirada profunda de la incertidumbre, el insomnio es, yo diría, un conductor que no sucumbe ni ante la idea de saber que mañana será otro día.
La primera vez que supe de Michael Moore fue en 2001, cuando publicó su ensayo que da título a esta columna, “Estúpidos hombres blancos”. Una crítica profunda al sistema político estadounidense, donde los ricos se vuelven más ricos, mientras la sociedad de clase media vive en constante temor a los resultados económicos. Moore, mete el dedo en la llaga de la hipocresía de una sociedad descarnada.
Dos años después, en 2003, “Bowling for Columbine” recibía el Óscar como Mejor Documental.
¿Qué tienen en común Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España y Evo Morales Ayma, dirigente vitalicio de los cocaleros?
Que ambos acunan en sus genes las señales inequívocas del típico personaje despreciable y nefasto. Son pues, una prueba fehaciente de que, en este mundo ancho y ajeno, los malnacidos no escogen sitio geográfico, clase social, ni tiempo, ni espacio para cometer sus fechorías y sus actos delincuenciales. Fueron, son y serán, siempre, unos bastardos sin gloria.
Identidad cultural es la reunión de distintivos propios de una sociedad que, a través de manifestaciones, complejas y variadas, permiten a sus individuos identificarse como miembros de ese colectivo. Simultáneamente, también está presente la diferenciación de otros grupos culturales que, sin duda, forman parte de un todo.
Toda gran causa comienza como un movimiento, se convierte en un negocio y termina siendo un fraude.
Todo comenzó en 2006 y terminó, tras 14 años, en 2019.
Este 26 de octubre cumples 65 años, no sé si de vida, quizá de un paulatino deterioro personal, ético, moral y de integridad: sólo, abatido y con un rictus de miseria que hasta el final de tus días denotaran un profundo vacío.
Pirro, rey de Epiro, venció a los romanos en la Magna Grecia en el 280 antes de Cristo. Luego de dos años, volvió a derrotarlos, pero en ambas batallas su ejército había sufrido tan graves pérdidas que en realidad su victoria no le sirvió de mucho y podía decirse más bien que equivalía a una derrota. Desde entonces a ese tipo de triunfo se le llama victoria pírrica.