
BITÁCORA DEL BÚHO
Mientras Bolivia se encamina hacia las elecciones del 17 de agosto de 2025, las disputas internas del Movimiento al Socialismo (MAS) han tocado fondo.
En ese escenario la figura de Andrónico Rodríguez, presidente del Senado, intenta balbucear un discurso alternativo al del cocalero, Evo Morales y Arce Catacora. Sin embargo, una mirada más crítica nos revela que Andrónico no es una ruptura con el MAS: es su continuación, es su alter ego.
Bolivia ha sido históricamente un país de alta conflictividad social y política, donde los movimientos populares han desempeñado un papel determinante en la construcción —y también en la destrucción y desestabilización— del poder y de los gobiernos.
Entre ellos, el movimiento cocalero del Chapare, liderado por el “comandante” Juan Evo Morales Ayma, ha sido y es uno de los más letales, pasando de la protesta sindical a la toma del poder con la creación del Movimiento Al Socialismo (MAS).
La política boliviana, desde sus orígenes republicanos, ha estado marcada por una lógica criolla profundamente arraigada en prácticas excluyentes, oportunistas y centralistas. Con el paso del tiempo, esta cultura política ha evolucionado, pero no ha desaparecido. Hoy se manifiesta en nuevas formas de demagogia, populismo y clientelismo que continúan minando las bases de una democracia plural y participativa.
A lo largo de la historia, los intelectuales han desempeñado un papel importante en la construcción de las ideas que fundamentan los sistemas políticos y sociales. Su capacidad de influir en la opinión pública y en las decisiones gubernamentales les otorga cierto poder.
¡La muerte no es una sola, ni definitiva!
Hay muertes anunciadas, queridas, rechazadas, esperadas, obligadas y misteriosas.
Todos tenemos que morir, nuestra esencia humana nos empuja hacia el acantilado minuto a minuto, hora a hora.
Treintaisiete años han pasado desde que los chilenos se sometieron a un plebiscito, el 5 de octubre de 1988, para decidir si el dictador Augusto José Ramón Pinochet Ugarte debía seguir o no ejerciendo el poder, su poder, hasta el 11 de marzo de 1997.
Por entonces, el Sí o el No se constituían en una dicotomía profundamente histórica y política que, según cómo se dieran los resultados, cambiaría por completo los destinos de ese país.
“Asonada de la clase media decadente”, era el título que el por entonces vicepresidente, Álvaro García Linera, le puso sin asco a un artículo publicado el 14 de enero de 2018, y de cuyas disquisiciones, no por su rigurosidad, sino por sus argumentos que tergiversaban y desvirtuaban, muy a su estilo, una realidad social objetiva y consecuente, se desprendía esa frase sabia: “según el sapo la pedrada”.
Recuerdo las primeras imágenes con las que Werner Herzog abre a la narración una de sus obras cinematográficas más monumentales: Aguirre, la ira de Dios.
Claro que entre el decir y el hacer hay un tiempo transcurrido. Lo primero siempre suele ser teórico y casi repetitivo. Lo segundo es profundamente pragmático, por eso mismo es una prueba elocuente de las convicciones y de una aproximación a la verdad.