
LA LUZ Y EL TÚNEL
Un directivo de una de las fracciones de la federación campesina de La Paz, expresaba su expectativa-exigencia de que el flamante presidente nombre “mínimo dos ministerios para las 20 provincias paceñas, como reconocimiento al voto que recibió de esta región".
El dirigente no se había enterado de que: uno, el tiempo de los “gabinetes de las organizaciones sociales” ha pasado y, dos, que las actividades del presidente Paz Pereyra vienen definiendo un rumbo que en nada conecta con las aspiraciones del sindicalista.
Ya está: la segunda ronda de votación popular llegó, cumplió y deja un resultado nítido. Se lo puede interpretar de muchos modos, pero contiene algunas indicaciones demasiado intensas para obviarlas.
Uno: rechazo categórico a la continuidad del régimen masista, con su equipaje de incertidumbre, abusos, corrupción. Dos: repulsa del revanchismo y la impunidad; establecimiento de condiciones para trabajar, producir, recuperar ingresos y capacidad adquisitiva, sed de justicia; freno a la violencia.
En medio de las semanas en las que el precio del dólar parecía aletargado, el abastecimiento de gasolina no presentaba sobresaltos, mientras que la crónica escasez de diésel mantiene a los transportistas refunfuñando, justamente adoloridos, pero semiresignados, el presidente de YPFB lanza una granada noticiosa al anunciar que ha agotado fondos para importar combustibles.
Los tráficos de drogas o armas son materia prima de noticias en todas partes, mientras que los que se han instalado como tendencia en rápido ascenso son los de seres vivos, sean personas o especies exóticas.
Los que dominan en nuestro país son el de tierras, oro y coca-cocaína. Están en el centro de la ahora llamada economía oculta, en la que predominan servicios legales como el comercio y el transporte. Ocho de cada diez empleos se originan en ese espacio que viene a ser el núcleo duro de lo que suele nombrarse como “modelo económico”.
El motivo más evidente que convenció a casi tres millones, cuatrocientos mil electores a votar por el MAS en 2020 fue la suposición, o las desesperadas ganas de creer en que el candidato Arce Catacora era, como él lo proclamaba en las esquinas, un verdadero prodigio de las finanzas públicas.
La expectativa social de que la baja de la cotización del dólar se acompañara de una tregua del ascenso de los precios de artículos de consumo ha quedado tendida en el camino. Cuando no se estancaron en los niveles del dólar a 17 bolivianos, algunos no dejan de trepar. Nueva y retorcida tendencia que sigue licuando salarios, pensiones y cualquier otro tipo de ingresos familiares, reducidos a la mitad de su capacidad de compra en escasos meses.
Las elecciones generales bolivianas 2025 prueban, una vez más, que a contramano de valoraciones predominantes los votantes bolivianos actúan con gran independencia de criterio, no son presa fácil de la propaganda y por lo anterior no existe una buena correlación entre los recursos monetarios invertidos por los candidatos y los resultados que obtienen.
Maduran las posibilidades de que las emociones, tan constreñidas y discretas durante la campaña, puedan agitarse cuando empiecen a conocerse resultados y escenarios prospectivos. Después de los conteos rápidos y los escenarios prospectivos, otros sujetos y actores, además de los candidatos y sus coaliciones, pueden irrumpir en la escena con demandas y actuaciones muy particulares.
El título puede hacer pensar que se refiere a la cacería de hambrientos, inermes y desperados gazatíes que son fusilados, cuando van a buscar alimentos o agua, por decisión y planificación de un consorcio israelo-estadounidense, civil-militar, financiero y de consultoría que maneja la la distribución de comida y otras formas de “ayuda humanitaria” concebida como un negocio cualquiera para lucrar ( ver https://goo.su/LuoU6 ) “Gaza SA”.

