Equitación: Ale & Toscane, un binomio de altura
Valor, templanza, orgullo, armonía, inteligencia y disciplina son algunas de las características de este binomio conformado por Blanca Alejandra Montaño Sánchez, de 17 años, y Toscane de Mosles, una yegua francesa de color alazán. Se han coronado campeonas de la Liga Nacional de Salto en cuarta categoría, subcampeonas nacionales de Salto, EMEE Tarata y campeonas departamentales, en lo que va del año, llegando a la cúspide en el deporte ecuestre nacional.
No hay nada más extraordinario para los amantes de esta afición tan exclusiva que ver en escena a una amazona a lomos de su caballo, luciendo con garbo la peculiar y elegante vestimenta, requisito para competencia. La inigualable belleza natural de este panorama que se asemeja a una danza no es casualidad, pues es el resultado de una fusión que ha requerido años de entrenamiento.
Amazona y caballo comenzaron su trabajo hace tres años, saltando cuanto obstáculo se interpusiera en la pista y sin cometer ninguna falta en el circuito establecido y realizando un cronometraje fantástico para su categoría: 62 segundos. Es la yegua más veloz.
Años anteriores, lograron el puesto de subcampeonas nacionales y departamentales de Salto en su categoría, anunciando con valentía su aspiración de llegar a cabeza de serie. “Éste un deporte que requiere mucha paciencia y disciplina porque nada se consigue de un día al otro, hay que aprender a lidiar con este hecho y aceptar que un día estás arriba y al otro puedes estar en el piso”, explica la joven amazona.
PRIMERAS MONTAS
Alejandra, hija de José Luis Montaño Rico y M. Bertha Sánchez Berzain de Montaño, inició su noviazgo con los caballos a sus escasos tres años, cuando por instrucción médica se sometió a un tratamiento conocido como equinoterapia. “Nací prematura y uno de mis tendones estaba más largo que el otro. Los ejercicios de la equitación me ayudaron a regular mis proporciones, y a mis ocho años me matriculé en la Escuela del Country Club de Cochabamba, soñando con competir”.
Este amor la hizo introducirse de lleno en la actividad hípica y a vincularse con un total de 14 caballos distintos en sus ocho años de entrenamiento.
Entre los caballos que más recuerda, está Argos, un ejemplar negro inolvidable al que montó durante seis meses en 2014. “Argos me enseñó a montar, tuvimos una conexión increíble, murió ese mismo año y me marcó muchísimo. Siempre lo voy a recordar por todas sus grandes cualidades”.
TOSCAN DE MOSLES
Pero la yegua de sus amores ahora es Toscane, hija de Yarnak, campeón olímpico, y quien en Francia se lucía en las pruebas de altura de 1,45 metros. “Ella es saltadora innata. El próximo año nos lanzaremos a las pruebas de 1,20, porque cuando me la traje no tenía mucha experiencia y la bajé, pero juntas comenzamos a subir la vara y no tengo ninguna duda de que creceremos”.
Algunos especialistas de la hípica aseguran que no se necesita de un caballo caro para poder participar en competencia; lo indispensable es que exista una buena relación entre el jinete y el animal. Pero, ciertamente, los ejemplares pura sangre son los más talentosos. Pueden llegar a costar hasta 200.000 dólares.
El mundo de la hípica es complejo. En Bolivia, la pasión por estos animales no para de crecer y, en lo que se refiere a los caballos de competencia, involucra desde la transmisión genética de cualidades hasta un aprendizaje paulatino de conocimientos que permiten lograr la técnica necesaria y la simbiosis jinete-animal.
“Toscane es una yegua con carácter, es muy fuerte y tiene un temperamento notable. Fíjate que hay días que no quiere cooperar y otros se porta increíble, pero diría que, en general, es colaboradora, me ayuda y me cuida”, asegura Alejandra. Sin duda, la yegua es bella y ágil.
TOMAR LAS RIENDAS
Para obtener destreza, el salto requiere práctica, tanto por parte del caballo como del jinete.
“Como me dijo una vez un amigo mío y entrenador: la pista es el gimnasio de los caballos y uno decide cuándo hacer cardio, aerobics u otra rutina, es como una persona yendo al gimnasio”. Por ello, sin importar la hora, el día de la semana ni la temperatura, el entrenamiento se respeta. El objetivo es lograr un caballo flexible, obediente y en forma. Cuanto mejor domado está el caballo en pista, es más fácil de montar y trabaja con mayor elegancia. Cualquier rigidez se nota aún más saltando.
“Mi objetivo es que mi caballo tenga un buen rendimiento, que llegue hasta el punto máximo de su capacidad, así que entrenamos entre una hora a hora y media porque estoy sólo con un caballo y depende mucho de qué rutina de entrenamiento realizaré”.
PRUEBAS DE SALTO
Los ánimos suben conforme los jinetes galopan y realizan su rutina. La adrenalina se siente en el público espectador, pero aún más entre los competidores.
Para un grupo de jinetes, cada prueba dura poco más de una hora. Pero de manera individual, son segundos, menos de un minuto. Las pruebas de Salto más altas, de 1,40, se realizan en Santa Cruz.
“La primera prueba que a mí me toca saltar es de velocidad y conducción, esto significa que debo realizar mi rutina en el tiempo más corto posible, y la última es saltos variados, que se maneja en el metro y 1,10, que es la altura que salto con 12 obstáculos entre combinaciones que se ponen en diferentes alturas pero dentro del mismo rango”. Nunca se sabe el circuito, pero los jinetes siempre hacen un reconocimiento de la pista para determinar cuántas batidas deberá hacer el caballo, luego lo calientan y se lanzan.
“Toscane y yo hemos llegado a entendernos. Hacemos un buen dúo y sabemos compensarnos. Al caballo hay que sentirlo”, afirma Alejandra.
“Sin duda alguna, la victoria de este año ha sido muy importante porque, a mi edad, aspiro a categorías superiores, pero es una gran satisfacción y ahora voy a empezar adiestramiento con Rambo, otro caballo con el que buscaré ejerciciosde precisión”. Y el orgullo no puede esconderse en esta amazona cochabambina. Disfruta de este deporte que no sólo requiere de carácter sino de mucha sensibilidad. Ambas le sobran.