TSE, sin perdón
Los bolivianos no merecemos la estafa antidemocrática que se está cocinando en el TSE. Por defender nuestra democracia murieron miles de personas y otras muchas fueron al exilio.
Los miembros del TSE no han honrado, no honran ni honrarán su “magistratura” al no garantizar elecciones libres, justas y competitivas. ¿Cómo podríamos confiar en ellas si han violado su propia Ley Constitutiva como es la Ley 026 del Régimen Electoral, al permitir la ilegal cuarta repostulación de Morales? Su plena obsecuencia al partido de gobierno les impide asumir una posición de neutralidad e independencia obligada.
Su cobardía reprimida para oponerse al poder por la recompensa de un sueldo, califica su ética reprobable y una existencia indigna y desvergonzada. Al violar la Constitución y las leyes y ejercer autoridad que se autoatribuyen ilegalmente gracias al poder, han causado un mal espiritual y moral incuantificable, ingente. Son asesinos de los derechos políticos de esta y de las expectativas de las nuevas generaciones. Como cómplices del Estado delincuencial que han creado, han llevado a la democracia a un abismo y solo merecen el desprecio público.
¿Se arrepentirán un día por erigirse como los verdaderos culpables de la conspiración? ¿No los debería llevar a un examen de conciencia, de contrición? Estos cómplices del ataque y vilipendio de la democracia no cumplirán la contrición y, menos aún, la enmienda, por lo que los ciudadanos traicionados jamás les perdonaran y absolverán.
Así se destruye la democracia, con decisiones funestas en simulacro democrático, así se favorece a los que violan las leyes, así se protege a los impostores, así se perpetúa el festín de los corruptos. No hay forma de disimular su desprestigio, de autodestruirse al haberse convertido en un órgano de comportamiento inmoral. Se evidencia así que la democracia es débil, muy débil y que puede sucumbir a manos de populismos, con ambición de reproducirse.
¿Cómo permitimos que unos “letrados” hayan superpuesto la política a las leyes? Esta obra de teatro, a la que los bolivianos asisten incrédulos ¿es un drama o una tragedia? ¿O es una comedia? La democracia tiene que defender, por encima de todo, la justicia y los derechos de sus representados. Pero estos interlocutores de la justicia electoral, han quedado incapacitados. Fuera de la ley.
Tenemos que permanecer firmes, estar preparados para no permitir el fraude, la democracia no debe temer hacer cumplir la ley. Estos delincuentes sectarios carecen de amor a la verdad, a la justicia, al espíritu democrático, a la ecuanimidad y a la patria; solo tienen sus certezas inventadas para engañarse a sí mismos, pero lo pagarán muy caro. No volverán a equivocarse, porque irán a parar al basurero de la historia. No tendría sentido morirse sin haber visto antes el juzgamiento y la sanción a su insensatez.
El autor es abogado constitucionalista
Torresarmas1@hotmail.com
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