Jaime Chumacero: “En 2012 ya hubo un censo absolutamente fracasado”
La cuenta regresiva señala un plazo de casi cinco meses para el Censo de Población y Vivienda 2022. La proximidad de aquella cita se acorta mientras que las polémicas sobre diversos aspectos de su realización aumentan. El analista Jaime Chumacero aborda en esta conversación con OH! sobre esas diversas aristas.
-¿Qué características son las fundamentales para que la realización del censo sea exitosa y beneficiosa para el país?
-La principal característica que un proceso censal debía tener es la transparencia. Sin transparencia y sin concertaciones sociales con la ciudadanía es imposible hacer un censo. Lo que se debe alcanzar para hacer un buen censo es la confianza de la ciudadanía.
-¿Y qué tanta transparencia tiene el proceso que se está preparando para noviembre?
-Se halla extremadamente debilitada, porque no existe ninguna información clara y precisa del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre el proceso en curso. Uno de los fundamentos en los que se basa el Censo de Población y Vivienda es la cartografía. Mucha gente hoy está preocupada toda vez que, según declaró recientemente el director de INE, Humberto Arandia, la cartografía tiene apenas un avance del 17 por ciento. Completarla de manera adecuada tomaría mucho más de seis meses.
Arandia añadió de que a partir del lunes 30 de mayo un equipo iba a hacer el recorrido para la actualización cartográfica. Un censo se divide en áreas censales, sectores censales y segmentos censales. El segmento censal es la unidad mínima de tareas dada a un encuestador para que en un mínimo de ocho horas pueda hacer un barrido. En el área urbana este segmento es de aproximadamente 18 viviendas.
Cada encuestador tiene que visitar 18 viviendas y hacer un barrido, un registro, de todo lo que encuentre en esas viviendas. Es un barrido en términos de la calidad de la vivienda y de la cantidad más algunos atributos que tienen las diferentes personas que ocupan esa vivienda. Por eso es importante la cartografía.
-¿A qué se debe ese escaso avance en la cartografía?
- Vayamos al censo anterior. En 2012 ya hubo un censo absolutamente fracasado. Ese resultado nos despierta grandes susceptibilidades para el actual y debería despertarlas en todas las personas y autoridades interesadas en el censo. En 2012 el director del censo, Ramiro Guerra, manifestó que no se podía realizar esa labor en las condiciones en que se encontraba la cartografía. Guerra es un arquitecto experto en cartografía que participó en los censos de 1976, 1992 y parcialmente en el efectuado el año 2001.
Por esa experiencia se le designó como director del censo de 2012, pero él observó que la cartografía no estaba completada. Entonces, solicitó que se postergue la elaboración de este padrón nacional por unos seis meses. Pero ahí se entrometió la influencia política de Evo Morales, quien, como sabemos, no conoce de cuestiones técnicas, y forzó que se mantenga la fecha. Ante esa presión Ramiro Guerra renunció porque era claro que no podía llevarse a cabo un censo en esas condiciones.
Lastimosamente, esa lógica se mantiene en el actual Gobierno, actúa discrecionalmente. Entonces, cuestiones tan importantes, que tienen que ver con la vida, la planificación y el desarrollo boliviano, quedan afectadas como fue afectado el censo del año 2012. Hay esa suspicacia. Esa vez quien tomó las riendas es el actual director de cartografía que para entonces era muy joven. Y por eso el censo 2012 fue un censo aberrante.
-¿Por qué aberrante? ¿Cómo explicamos que sea usado como referencia oficial?
-Recordemos que el mismo 2012 se realizaron censos en Chile y en Paraguay. En Chile, el censo fue anulado porque hubo un error de omisión cercano al 9 por ciento. Con el censo de Paraguay pasó lo propio y también fue anulado. El censo boliviano incurría en mayores defectos que esos dos censos por lo que debería haber sido anulado.
Varios organismos internacionales vieron que ya tenían dos censos fallidos en Latinoamérica. Ahí suman la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade) y el Fondo de Naciones Unidas para la Población (UNFPA). Entonces, iban a entrar en un entredicho tremendo si se producía una tercera anulación. Por eso, hubo una concomitancia entre organismos internacionales y Gobierno para aprobar ese desastre censal.
-Dados los saltos tecnológicos que hubo en esta década, ¿se puede apelar a modernos instrumentos para facilitar la realización de este censo?
-Tengo a mano los mapas de Uber. Esta empresa ha desarrollado una tecnología preciosísima en el manejo de mapas y de alta información en el momento sobre grandes cantidades de población. Uber, en este preciso momento, puede determinar los vehículos existentes en el mundo que están prestando el servicio de taxi que le han contratado. Esa es una de las tantas muestras del gran salto que ha habido.
Pero, lastimosamente, nuestra burocracia boliviana, nuestras entidades e instituciones se manejan de forma arcaica. Si comparamos con los vecinos, vemos que el censo que realizó Argentina hace unos días fue notablemente digitalizado. Por ejemplo, la boleta fue preparada con un mes de antelación. El ciudadano podía ingresar a través de la página web a la boleta censal y empezar a llenarla él mismo.
El 18 de mayo, día del censo, simplemente lo que hicieron los recolectores de información fue ir a recoger esa información de las viviendas. Casi ya no hay necesidad de encuestadores. Pero en el caso nuestro, nos definimos como un país poco instruido. Eso nos lleva a que estemos con altos gastos como el de la impresión de boletas que es altísimo.
-¿Cuánto pie pueden dar las nuevas tecnologías a la manipulación de los resultados censales?
-Ya el censo de 2012 fue una manipulación digitalizada para hacer equilibrios en función de las proyecciones poblacionales que se tenían. Fue una digitación.
-¿Cree que dada la notable dinámica poblacional que hubo en estos años, los problemas que implica y la inminencia del censo vuelvan a haber digitaciones?
- No sé si el censo sea inminente, me parece que hasta noviembre pueden suceder muchas cosas. A medida que nos acerquemos a ese momento las contradicciones y problemas se agudizarán mucho más. En ese contexto, miremos cuál es la región de mayor crecimiento poblacional en Bolivia. Sin duda sigue siendo Santa Cruz, pero veamos cómo se lo ha registrado.
En 1976, la ciudad de Santa Cruz tenía un peso poblacional nacional del 6 por ciento. En 1992, subió al más del 11 por ciento, o sea, aumentó casi el 100 por ciento. Pero en 2001, el peso que marca el censo es del 13,6 por ciento y en 2012, 14 por ciento. O sea, ¿apenas creció 0,4 por ciento el peso poblacional de semejante ciudad? Eso se llama manipulación absoluta.
-¿No afectó, parcialmente, eso del retorno de los inmigrantes en el día del censo a sus municipios para preservar sus intereses?
-Eso pudo suceder en los casos de 1992 y 2001 porque los municipios demandaron que vivienda deshabitada sea vivienda recuperada por el erario edil. Entonces, muchos vecinos tuvieron que enviar a por lo menos un representante de la familia a habitar esas viviendas por el miedo a perderlas. Por eso mismo, hubo un crecimiento desproporcionado de hogares unipersonales. Bolivia se transformó en uno de los países con más alto índice de ese tipo de hogares.
Pero para los siguientes censos ese temor ya fue superado. Es más, los vecinos ya tienen mayor consciencia de que donde residen tiene mayores opciones de desarrollo. Por lo tanto, quieren que ese lugar de residencia prospere.
-¿Qué tan pertinente es la inclusión de la categoría mestizo en la autoidentificación?
-Estoy de acuerdo con ese viceministro que dijo que la categoría “mestizo” es una categoría superada que no debe ser considerada. Debería ser utilizada la identidad “indígena”, pero además debería incluirse la identidad “criollo”. Históricamente la Guerra de la Independencia fue realizada por criollos. Juana Azurduy de Padilla, el “moto” Méndez, Cañoto, etc. eran criollos. Nuestra comida típica, el ají de gallina, el chicharrón, etc. son comidas criollas. No son comidas indígenas. Y así hay muchos valores de adscripción cultural, no racial como la de “mestizo”.
-¿Y tienen asidero las demandas para que se cuantifique la adscripción religiosa?
- No las veo válidas, es entrar en una cuestión más ideológica. No incide en nada en lo que significa determinar grados de pobreza u otros aspectos de esa importancia. No vamos a ver grados de pobreza en función de la religión, por ejemplo. Sería algo ridículo ver que los católicos son más pobres que los adventistas, por decir algo.
Sí vale en la identidad. Podemos determinar que los aimaras o quechuas o pueblos indígenas del oriente son más pobres en términos de su disponibilidad de vivienda, educación, salud, etc.
-¿Qué se debería hacer en cuanto a la temida disputa por la distribución de escaños parlamentarios determinados por población?
-El problema está en considerar que los escaños lleguen realmente a determinar una mayor incidencia de las regiones en las políticas del país. El Parlamento debería estar absolutamente cerrado en términos de equidad numérica y no en función de la cantidad poblacional. ¿Qué sentido tiene una mayor cantidad de diputados cuando en los hechos no coadyuban al desarrollo nacional? Frecuentemente, hemos visto que entre ellos se venden al mejor postor y no brindan satisfacciones regionales de ningún tipo. Y también porque hasta desconocen sus realidades regionales que precisamente el censo debería darles.
-¿Cuál considera que es, o debería ser, la mayor utilidad del censo para un país?
-El censo es totalmente importante para la planificación. Cada barrio debería tener el manejo censal de su población. Así, con esa información numérica, podría planificar su propio desarrollo e incidir en los proyectos de la Alcaldía. También estos datos numéricos les sirven a los empresarios privados. Si yo quisiera lanzar un emprendimiento, por ejemplo, un servicio de comidas, necesitaré saber el potencial grupo de personas que podrían acudir a mi negocio.
El censo es muy importante para la planificación y para la distribución de los recursos económicos. En el aspecto político también es útil por el peso político. Por ejemplo, asumamos que Santa Cruz tan sólo tiene ese 14 por ciento que se le asignó en el censo 2012. Eso significa más o menos un 10 por ciento de la población votante. Los políticos tienen entonces una base para buscar ese apoyo sustancial. Pero en Bolivia, los políticos no planifican su mensaje y llegada, optan por un manejo vacuo.