Ignorancia: excusa y estrategia
La entrega del prófugo Cesare Battisti al gobierno italiano ha dividido “ideológicamente” al Movimiento Al Socialismo. El bloque “palaciego” —comandado por Carlos Romero— ejecuta y respalda esa acción y los “libre pensantes” —Hugo Moldiz, Susana Bejarano, Raúl García Linera, David Tezanos Pinto, etc.— la rechazan creyendo que Evo Morales no estuvo al tanto de la expulsión: “ignoraba” es una excusa que, por su frecuencia, se ha convertido en una estrategia de gobierno. Rolando Cuéllar, dirigente de las juventudes mazistas en Santa Cruz, y el hermano del vicepresidente compiten en ser los más radicales. El primero expresa: “Mi solidaridad con el compañero y hermano Battisti, nos solidarizamos por esta actitud cobarde del señor Carlos Romero. Señor Carlos Romero, si usted tiene sangre en la cara renuncie inmediatamente porque usted se está comportando como el brazo operador de la derecha”. García Linera, por su parte, se siente “avergonzado y decepcionado” por el accionar del gobierno porque “por primera vez, este proceso de cambio actúa contrarrevolucionariamente”. Lo curioso y risible en esta pugna “mazista” es que el bloque palaciego defiende la validez de las leyes y la justicia en el caso Battisti. Aporto una prueba. Gustavo Torrico, asambleísta departamental del MAS dijo, para sorpresa de Incas y Chiriguanos, que “si hay una orden de captura para una persona hay que detenerla y entregarla y que la ley y la justicia no se hacen con ideología, simplemente se respeta”: cachafaces (satucos), empleando la terminología del vicepresidente.
¿Qué pasaría si se supiera que el “hermano” presidente ordenó, presionado por el otro “hermano”, aunque derechista presidente Bolsonaro, la entrega del “compañero y hermano” Battisti, el protegido del “hermano mayor” Lula? Quiero creer que los librepensantes, fieles a su ética revolucionaria, pedirían la renuncia de Evo Morales por ser “contrarevolucionario” y “el brazo operador de la derecha”. Y, como el hermano “ignorador” no va a renunciar por un simple “apego a la norma”, revolucionaria en este caso, sería conveniente, para los verdaderos izquierdistas, que estos personajes se separaran de un partido en vías de descomposición para formar el MAS–1. Las ventajas de tal accionar político serían notorias. Se rescatarían los ideales revolucionarios del movimiento alejando a UNO del ya deteriorado “proceso de cambio” que, además, justificaría la nomenclatura de la nueva sigla. También se podría recuperar algo de la confianza ciudadana que todavía cree en los postulados “originarios”: me incluyo entre esos ingenuos. Otrosí, añadirían mis amigos Augustos (Jordán y Villarroel), se daría paso a una nueva dirigencia más joven y más idealista que el grupo palaciego salpicado por una corrupción crónica e imposible de esconder. Ruptura y continuidad: así se garantizaría la supervivencia democrática del movimiento y, sobre todo, la renovación de cuadros que por exceso y abuso de poder, actúan sin respetar ningún tipo de leyes burguesas o revolucionarias. De lo contrario, si se sigue “ignorando” el desgobierno de Evo Morales y su grupo palaciego, el MAS se reducirá a eso: ignorancia —excusa y estrategia— y, esta vez, con premeditación. Necedad en otras palabras. Vale.
El autor es economista y filósofo.
Columnas de GUSTAVO V. GARCÍA