Amalia
¿Sabes cómo se llaman las mujeres que murieron calcinadas el 8 de marzo de 1857, en la ciudad de Nueva York? Probablemente, no. Te cuento un poco de esa fatídica fecha:
Ellas trabajaban en la Textilera Cotton, y realizaron una gran manifestación para reclamar mejores condiciones de trabajo y reducción de la jornada laboral. Fueron reprimidas por la policía, dejando un saldo de 120 mujeres muertas.
Tengo otra fecha: El sábado 25 de marzo de 1911, en 20 minutos, murieron 146 mujeres —la mayoría de ellas eran trabajadoras inmigrantes de Europa oriental y meridional— en un incendio en la fábrica Shirtwaist Triangle.
Atrapadas detrás de puertas cerradas con llave y fuera del alcance de las escaleras de los bomberos, las mujeres murieron quemadas o, en su desesperado intento por escapar del calor y las llamas, al saltar de las ventanas del noveno piso de la fábrica.
Lo que no tengo son sus nombres. Son las “heroínas” anónimas que han dado pie a la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, cada 8 de marzo.
Tampoco tengo los nombres de miles de mujeres asiáticas que han muerto en barcos textileros, mientras confeccionaban blusas y poleras, de camino entre Asia y los voraces mercados occidentales.
Menos aún, el de las cientos de bolivianas en Argentina o Brasil que confeccionan cualquier prenda que esté de moda, con jornadas de 16 horas y fallecen jóvenes. O las que se fueron al norte chileno como empleadas domésticas y no lograron pasar la frontera.
Las que murieron en los incendios sentaron las bases para una lucha por la igualdad, el reconocimiento de la diversidad y el ejercicio efectivo de sus derechos.
Ganamos menos que los hombres en puestos similares y a veces el estrés laboral sumado al estrés familiar nos puede matar.
Va un dato: En Bolivia la brecha salarial, según datos de la Encuesta de Hogares 2019 del INE, hace que las mujeres ganen por el mismo trabajo 26,5% menos que los varones.
Esa brecha se ahonda con las madres que trabajan 24/7. Generosamente, el Estado boliviano (léase la ironía) reconoce que es un trabajo y le da el título de “labores de casa”, pero no hay quien pague por su trabajo.
Y son millones de “heroínas” anónimas, matándose por tener la casa limpia, los hijos atendidos y la comida siempre lista.
Seguramente conoces muchos casos, así que termino con una pregunta: ¿cuál es el nombre de una valiente mujer que se te viene a la cabeza para este 8 de marzo? Yo ya coloqué el mío al inicio. Va para ella mi homenaje.
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER