El Alto, la ciudad de los superlativos, cumple 39 años
A 39 años de su creación como ciudad y municipio, El Alto, una de las entidades territoriales autónomas más jóvenes del país, no deja de sorprender por el pujante su desarrollo poblacional y económico, y su impacto nacional en términos políticos, todo ello, fruto del dinamismo de sus habitantes.
Es la segunda ciudad de Bolivia en términos poblacionales, más un millón de habitantes según las proyecciones estadísticas para 2022 —con base en los resultados del Censo de 2012— y la primera en densidad demográfica.
Es también una de las ciudades de mayor crecimiento demográfico, pues en 30 años nada más triplicó su población, pasando de 405.492 habitantes en 1992, a más de 1,1 millones.
Desde hace 12 años, la urbe alteña supera en población a la ciudad de La Paz y, su territorio se ha extendido 2,5 veces más que la sede de gobierno. Ese crecimiento se traduce obviamente en la dimensión que hacen de ese municipio uno de los activos de Bolivia, especialmente en el comercio y la industria manufacturera, desde la década de los 70 del siglo pasado.
La migración masiva de bolivianos de áreas rurales de varios otros departamentos, dinamizada desde mediados debido al colapso de las minas estatales, es sin duda uno de los aspectos que han conformado su identidad, entre caótica en términos de circulación vehicular, organizada en lo que se refiere a su población, y de una estética muy propia resultante de la bonanza de su economía en los últimos 20 años.
Pero es el carácter combativo y resuelto de sus habitantes lo que hace de El Alto una de las ciudades y municipios más importantes del país en términos políticos, como lo evidencian episodios que fueron determinantes en la historia mediata de Bolivia: como en 2003, contra el proyecto de exportar gas por Chile y exigiendo la convocatoria a una asamblea constituyente.
Además, El Alto concentraba en 2021, año de las últimas elecciones subnacionales, casi el 10 por ciento de los electores a escala nacional, el 36 por ciento a nivel departamental.
Hoy, cuando el partido político más grande del país, el MAS, está dividido, El Alto se perfila como el contrapeso del Chapare, es decir, el epicentro del arcismo, como fue evidente en el cabildo de esa facción masista en octubre del año pasado y se corrobora al ser la sede del X Congreso Ordinario del MAS, los primeros días de mayo.
A 18 meses de las elecciones generales de octubre de 2025, la importancia político-electoral de la urbe alteña es innegable y, muy probablemente será mayor cuando se conozcan —en agosto o septiembre de este año— los resultados del Censo Nacional de Población y Vivienda del 23 de marzo próximo.