Hace 40 años, Bolivia se hallaba inmersa en una crisis económica parecida a la que Venezuela ha vivido en años recientes. La más grande inflación de su historia, la 30 mayor de la historia humana (183 por ciento mensual), se ensañaba con el país. Sólo pudo ser frenada tres años más tarde. La cotización del dólar se incrementaba día a día y, con ella, las de los productos de primera necesidad. La escasez de harina, aceite, carne, fruta y otros productos claves empezó a cundir.