Felicidad en el armario
Miren por donde miren, nuestras retinas absorben colores al infinito. Algunas veces, es un descanso, otras, un ataque visual.
Aunque escuchemos, por ejemplo, que el rojo es sexy, el negro es elegante, el rosado femenino, los colores constituyen un mundo que es objeto de estudio no sólo de diseñadores, estilistas, decoradores, asesores de imagen, sino también de filósofos y psicólogos. En el siglo XIX, el psicólogo William James, catedrático de la Universidad de Harvard se interesó por el “Yo Sartorial”, (sartorial de sastre).
Él creía que vestir era una parte esencial del “Yo Material”. Allá por 1890, él ya se cuestionaba sobre la relación entre la moda y el bienestar. Reflexionó sobre la vestimenta como la extensión de nosotros mismos, capaz de dirigirnos hacia una felicidad psicológica.
Aunque la visión de la moda esté dividida entre quienes la consideran como la superficialidad personificada y quienes la valoran positivamente, la moda y los colores siguen interesando, como a la psicóloga Dawnn Karen. Para ella, la psicología de la moda “es el estudio y el manejo de cómo el color, la imagen, la forma, el estilo y la belleza afectan al comportamiento humano reflejándose en normas y sensibilidades culturales”.
Ella se ha interrogado sobre por qué vestimos lo que vestimos. Según ella, es importante la congruencia o el alineamiento entre la actitud y el atuendo, ya que a veces lo que vestimos no coincide con lo que sentimos.
Es decir, si sentimos dolor, permitámonos vestir dolor, aunque también podemos vestirnos para sentirnos mejor frente a ese dolor, puesto que podemos vestirnos para sanarnos. Habla ella desde su experiencia.
Denominada como la psicóloga de la moda Dawnn Karen ha acuñado el término de “ropero dopamina” que consiste en optimizar el humor a través de la ropa que vestimos y así incrementar la dopamina. Vestir puede ser una modalidad de superación o una herramienta de expresión, que además mejora la autoconfianza o alivia la ansiedad cuando llevamos nuestra/s prenda/s favorita/s.
Nos dice de igual modo que no sólo un color puede ser nuestro aliado sino también un tejido, un patrón o un estilo. Esto, además, nos lleva a pensar en nuestra marca personal y en si realmente estamos enviando el mensaje que queremos transmitir. Sin embargo, hace hincapié que, ante todo, el camino es personal y no una expectativa de los demás. Se comienza por lo interno, es decir, validándose uno mismo y no buscando una validación de los otros.
Podemos así comenzar nuestro día preguntándonos cómo nos sentimos y vestirnos acorde a ese sentimiento. Hoy por hoy, regalarnos ese tiempo resulta importante, más aún cuando prácticamente vivimos en piloto automático. Entonces, si necesitamos sentirnos confiados para una entrevista de trabajo o una ponencia, llevar nuestra prenda favorita va a jugar un rol esencial en nuestra seguridad.
En caso de que solamos vestir las mismas prendas de nuestro armario cápsula, siempre habrá un complemento como un brazalete, anillos o aretes que nos hagan sentir confianza debido a ese cariño y apego que les conferimos. Si quisiéramos incrementar, en un dos por tres, ese neurotransmisor tan primordial en nuestras vidas como es la dopamina, el amarillo debe entrar en escena.
El concepto “de adentro hacia afuera” va a marcar la diferencia porque no podemos vestir algo sólo porque alguien nos diga que nos quedaría lindo. Hay algo más profundo, algo más allá en los colores, en la ropa tal como nos lo explica Dawnn Karen, docente en el “Fashion Institute of Technology” de la Universidad de Nueva York donde estudiaron Michael Kors o Calvin Klein.