Cien mentiras y dos verdades
Insisto en que los demagogos de izquierda y de derecha se juntan como en una mandala de la mentira que siendo redonda se junta en los extremos. El ejemplo usado es el del mandatario de EEUU (hasta el 20 de enero), Donald Trump, y su homólogo boliviano Evo Morales, si es que el presidente de Bolivia, Luis Arce, no corcovea en el rol de ser su pelele. Sin embargo, Trump asomó viso de verdad el otro día, cuando equiparó a “la infraestructura electoral de EEUU como la de un país del tercer mundo”. El “boquita de cereza” y mal perdedor de sus elecciones, en su ignorancia comparó la obsolescencia de las máquinas electorales gringas con el analfabetismo de la mayoría en Bolivia.
Puede que el mecanismo electoral de EEUU, en uso por décadas, no esté en la vanguardia tecnológica como su armamento. Trump se pasó de la raya al equipararlo con cruces y garabatos con los que “firman” los “letrados”, llámense “originarios” o no. Causa estupor y añade motivos para la decadencia de la “primera potencia mundial” que un emperrado perdedor vapulee uno de los principios de la democracia estadounidense: la pacífica transferencia del poder político. De que todo esto suceda en medio de una pandemia planetaria añade insulto a la injuria. ¡Qué vergüenza!
Sin presumir de estratega, percibo que la Covid-19 y la ridícula indiferencia y criminal negación por el régimen de Donald Trump, también tienen punteando al rico país mal gobernado desde Washington. A la fecha (8 diciembre 2020), en el mundo son más de 68 millones de gentes infectadas por el bicho coronavirus; más de 1,5 millones de muertos; más de 19 millones de casos activos, más de 100.000 graves. En Estados Unidos, el país más avanzado e infectado, hay más de 15 millones de enfermos; más de 290.000 muertos; más de 26.000 pacientes críticos.
¡Qué coro de “más” en mi prosa, sin ofender a nadie! En Bolivia son casi 9.000 los muertos por la Covid-19; ¿cuántos estarán postrados o moribundos? Es uno de los países más atrasados, pero menos afectados comparados con sus vecinos Chile, Perú, Colombia, Venezuela, para no hablar de los “agripados” de Bolsonaro (no faltará el obtuso que se adscribirá a que mal de muchos es consuelo). Menos mal que quedó en nada la urgencia de cambiar prioridades de inversión en favor del sector salud boliviano.
Si bien la plaga del coronavirus ha afectado a todas las naciones del mundo, ricas y pobres, su consecuencia se rige por el axioma de que “poderoso caballero es don dinero”. Es cierto, la Covid ha igualado a Estados Unidos con un país del tercer mundo. El 54% de su población rural sufrirá hambre como consecuencia de la pandemia de Covid-19; el 22% por ciento de sus habitantes de las ciudades.
¿Cuántos serán en Bolivia? Su desigualdad social esculpe desfiladeros entre el campo y la ciudad; en las urbes son quebradas montañosas las que laceran a pobres y ricos. Pero si los hospitales de barrios opulentos carecen de equipos, ¿qué será de las barriadas humildes que ni aspirinas tienen? ¿Cómo pedir a la mujer de tres críos y marido desempleado, con sus ollas, platos y cucharas para vender comida tibia y un niño que ya se orina, que respete el cuadradito de tierra donde crecía un arbolito?
¡Ah!, pero ya llegaron las vacunas. Las farmacéuticas aún no producen suficientes. Los gringos y los británicos todavía ni están de acuerdo con los pinchazos. Para cuando lleguen a un país limosnero que rifó miles de millones en queridas tiernitas, museos ególatras y palacios ostentosos, no se añorarán las vacunas porque faltaran brazos para cavar fosas. Serán ====made in Vanuatu====, cuya ubicación geográfica ignoro.
En el confinamiento impuesto por mis cancerberas para evitar al coronavirus, más cinco días en la clínica con mi nariz destrozada y sin médico que acepte hacerme una naricita respingada, para no perder mi inglés veo CNN. La democracia estadounidense no permite meter entre rejas a Trump, mientras que en la boliviana los nuevos elegidos cargarán hasta los platos rotos al camba pura pinta. Encima, no tengo plata para viajar a Vanuatu. Es opción con la que sueño viendo en la tele que guerrearon en el Cáucaso, que secuestraron a un científico en Colombia, que Maduro se caerá de maduro en Venezuela, que policías mataron a otro negro en Estados Unidos, mientras un senador gringo obstruye fondos estimulantes, al mismo tiempo que digiere su opíparo almuerzo.
¡Viva mi patria Bolivia, una gran nación! Otra gran mentira. La observé en un expresidente pedófilo acompañado de un capo boliviano de la Cámara de Senadores, que no debe saber ni correr el agua en un inodoro del Palacio Quemado.
El autor es antropólogo
Columnas de WINSTON ESTREMADOIRO