Bono BCB, un desafío mayor
El éxito o fracaso del “Bono BCB en dólares” podría tener un impacto que trascienda su propósito financiero, perspectiva que lo convierte en una apuesta seria, en términos políticos, considerando las circunstancias actuales y los afanes preelectorales.
En efecto, el hecho de que la administración de Estado, es decir el Gobierno, recurra a la emisión de un bono que apunta de manera primordial a los bolivianos residentes en el país para obtener capital, pone en juego la confianza que inspira el aparato estatal.
Es cierto que el ente emisor de este bono, el Banco Central de Bolivia (BCB), “es una de las instituciones más solvente que tiene el país”, como lo señalaba ayer su presidente interino.
Pero es también cierto que la decisión de emitir este “valor de deuda”, como denominan los especialistas a los bonos, es parte de un acuerdo firmado entre el Gobierno y los empresarios privados con el fin de “generar un escenario de mejora correctiva para que (la) carencia transitoria de dólares pueda ser superada (…) y permita también a la población tener certidumbre”, según anunciaba el ministro de Economía y Finanzas Públicas, hace nueve días.
Al lanzar bonos al mercado financiero, la entidad que los emite se está prestando dinero, a cambio de un interés que beneficiará a quienes adquieran esos valores de deuda.
Quienes compran bonos lo hacen porque al prestar su dinero están seguros de que, al término del plazo convenido, recuperarán el dinero que prestaron más los intereses.
Aquí es claro que el factor esencial de esta operación es la confianza que deposita el que adquiere los bonos en quien se los vende. En este caso es el BCB, entidad que cumple la función constitucional de “mantener la estabilidad del poder adquisitivo interno de la moneda (…)”.
Y el BCB ejerce las atribuciones que le competen “en coordinación con la política económica determinada por el Órgano Ejecutivo”, es decir, el Gobierno.
Así, el éxito o fracaso del lanzamiento del “Bono BCB en dólares” traducirá el grado de confianza que pueda inspirar el Gobierno en los potenciales compradores de ese título.
Como la confianza es un factor que puede verse reforzado o disminuido dependiendo de las acciones de la entidad en la que se confía, el monto de dinero que el BCB logre recaudar por la venta del bono depende de las acciones del Gobierno en los siguientes seis meses, plazo de su emisión.
Es el tiempo que tiene el Ejecutivo para revertir el descrédito que, según varias encuestas, inspiran en los bolivianos las instituciones del Estado.
La reciente apertura del Gobierno hacia la acción conjunta con el sector privado es una señal positiva, pero no es suficiente para sobreponerse al negativo impacto de la agresividad pública de los asambleístas del oficialismo o la falta de transparencia en los actos gubernamentales.