La 72ª versión de la Berlinale se centra en la mujer
La mujer, como víctima o también como generadora de violencia, centró ayer la sección oficial de la Berlinale, con la película “La ligne”, de la franco-suiza Ursula Meier, y de “Robe of Gems”, ópera prima de la boliviano-mexicana Natalia López Gallardo.
El terror reflejado en los ojos de Valeria Bruni Tedeschi mientras recibe una brutal paliza de otra mujer es el arranque de “La ligne”. La agresora es su hija —Stéphane Blanchoud—, una mujer cuya furia no logran contener por la fuerza física dos hombres.
El título del filme se remite a la orden de alejamiento a que queda sujeta esa hija maltratadora, convertida luego en la franja azul que pinta en un radio de 100 metros alrededor de su casa su hermana menor (Elli Spagnolo).
“Suele tratarse poco la violencia entre mujeres. Tardé en resolver el dilema de si plantear la historia con un maltratador masculino. Finalmente opté por esta confrontación extrema, madre e hija”, dijo la directora, en la segunda jornada de la Berlinale.
Bruni Tedeschi interpreta a una aburguesada exconcertista de piano que, a punto de convertirse en una abuela joven, se comporta como una diva inmadura entre parejas cambiantes.
La última será un muchacho con formato de guardaespaldas, que, además de amor, ofrece musculatura para defenderla de su hija.
La paliza deja casi sorda a la madre y, por tanto, inhabilitada para siquiera dar clases de piano. La línea azul se convierte en el hilo conductor entre la hija violenta y su hermana menor, a la que la primera acompaña a la guitarra en su clase diaria de canto, al otro lado de los 100 metros estipulados.
“Mi personaje no tiene por qué generar simpatía, pese a ser la víctima”, explicó Bruni Tedeschi. La pianista genial fue un desastre como madre —y lo será como abuela—, mientras que Blanchoud genera la empatía hacia la agresora necesitada de auxilio que ve en ella Meier.