¿Quién es el amor de tu vida?
Seguramente alguna vez alguien te ha hecho esta pregunta: ¿conoces al amor de tu vida? ¿Quién es? Probablemente algunos responderán “mis hijos”; otros, quizás, “mi esposo”, “mi pareja” y, así, habrá diversas opiniones.
En muy pocas ocasiones, la respuesta será “yo soy el amor de mi vida”, cuando debiera ser la respuesta más rápida y obvia que debiésemos dar, casi de inmediato. Y entonces vendría la segunda pregunta: ¿qué haces por el amor de tu vida? Me he planteado escribir sobre este tema, ya que considero que es importante darnos cuenta de la importancia del amor propio, que repercutirá a lo largo de nuestras vidas haciéndonos personas mucho más saludables en todos los ámbitos, especialmente en el afectivo.
Desde muy pequeños hemos vivido pensando que el gran amor de tu vida está relacionado con una pareja, a quien debemos buscar con todas las fuerzas de nuestro corazón, o en algunos casos que estará esperando por nosotros en algún lugar del mundo y que coincidiremos en algún momento, para ser felices por toda la vida.
Este pensamiento sustentado por Disney y colaborado por los distintos medios de comunicación, a lo largo de nuestras vidas, no ha hecho más que alejarnos del gran romance que debiéramos experimentar con nosotros mismos. Y claro, ahí vas en la vida creyendo que por fin encontraste tu persona perfecta, hasta que ese enamora-miento pasa y entonces te enojas con esa persona a quien amabas profundamente y todo se acaba.
Así vas por la vida, en una búsqueda incesante: ¿quién me va a hacer feliz?, ¿quién me va a complementar?, ¿quién me va a hablar como yo quiero que me hablen?, ¿quién me va a amar como yo quiero ser amada? ¿Quién? En este punto es importante precisar que no somos una naranja y menos la mitad de una; somos seres humanos completos y desde la completitud tenemos tanto que dar y desde ese ser entero tenemos tanto que compartir, pero si nunca nos hemos regalado ese momento de decir “aquí estoy yo para mí”, porque cuando yo me encuentro conmigo, ¿qué hago yo por mí?, ¿qué me voy a dar de comer?, ¿en qué voy a utilizar el tiempo de mi día?, ¿cómo me voy a hablar?, ¿cómo me voy a vestir?, ¿cómo me voy a ver cuando esté frente al espejo poniéndome la crema corporal? Cuando nunca hemos aprendido a tener intimidad con nosotros mismos y así conocer nuestros gustos, nuestros deseos, nuestras manías, nuestras inseguridades y todo lo que vive en nuestro interior, estaremos definitivamente propensos a continuar buscando aquello que sólo podremos encontrar dentro de nosotros y, por ende, entregando nuestro amor a quien de seguro espera lo mismo que nosotros y no ha aprendido más que a amar desde la necesidad, aquella que nos lleva a las equivocaciones y a los fracasos, que nos lleva al egoísmo, que nos lleva a la depresión, angustia, celos, infidelidades, dependencia emocional, etc.
Si el momento en que leas este artículo eres un padre o una madre de familia tendrás que ayudar a que tus hijos conozcan sobre este tema y puedan trabajar en él, pero al mismo tiempo, ¿tienes la responsabilidad de ver en tu interior qué es lo que sucede, te amas? ¿Tú eres tu prioridad? ¿Te respetas? ¿Estás siendo un buen ejemplo de amor propio para aquellos que viven contigo?, ¿les demuestras cada día que tú estás ahí para ti? Ése es el mayor regalo para ellos: que sepan que viven con un ser humano que está feliz, que está completo, que se ama, que baila en las mañanas, que se canta en el espejo, que vean lo viva/o que estás, entendiendo que la vida es un soplo, que tú puedes decidir irte al hoyo o levantarte, porque te tienes a ti, que no te hace falta nadie para poder salir adelante, porque te tienes a ti. ¡Hay tanta mentira, tanta responsabilidad, tanta carga en aquello de que “alguien puede hacerte feliz” y definitivamente no es cierto: nadie puede hacerte feliz! El verdadero romance es éste: el encuentro de mí conmigo misma/o, el saber quién soy yo y cuánto valgo, pero, sobre todo, el saber que no necesito, simplemente cuando elija será porque prefiero.
Aprendamos a educarnos en el amor propio, aprendamos a enseñar a nuestras siguientes g e n e r a c i o n e s q u e l o m á s importante es saber quiénes somos, cuánto valemos, qué es lo que preferimos, cuáles son nuestros defectos, nuestros errores y aprender a amarnos tal y como somos y a construir en nosotros personas fuertes, decididas, responsables, sabias, pero sobre todo completas.
Elegirte como el amor de tu vida conlleva mucha responsabilidad porque tendrás que hacer muchas cosas y ver la vida con diferente óptica; quizás lo primero que deberás hacer es salir de las relaciones tóxicas, dejar de lado el “pero tú me tenías que hacer feliz”, “no puedo vivir sin ti”, “no soy nadie sin ti”, “sin ti no existo” y todas aquellas frases que se acuñan en nuestro subconsciente y las escuchamos hasta en canciones a diario y en todas partes. Elegirte como el amor de tu vida significa que vas a hacer que cada día cuente, que te despertarás por las mañanas y te darás el primer abrazo, que serás feliz sólo con el hecho de estar vivo/a. ¡Elegirte cómo el amor de tu vida será simplemente una decisión de vida que podrá transformar tu mundo y hará de ti un ser humano completo y feliz!