¿Así que eres feminista?
¿Para qué necesitamos el feminismo?, preguntan en la oficina, en la universidad, en la casa, en el barrio, en el bus, en cada rincón posible.
La pregunta, que responde más a una intención de desvirtuar que a una sincera curiosidad, empezó a oírse con mayor frecuencia en los últimos meses.
Una nueva ola de feminismo llegó, pero no de la mejor forma. Memes, fotografías con textos inventados, videos mal intencionados, entre otros, son las principales fuentes de “información” de los cibernautas para darse una “idea” de lo que es el feminismo.
Ante la informalidad y osada tergiversación de estas fuentes, el concepto de feminismo que se formó en muchos, se aleja a grandes pasos de los fundamentos originales del mismo, sus causas y objetivos.
Entre algunos de los conceptos trágicamente consolidados, y que de ninguna manera responden a un feminismo, se encuentran: “el odio a los hombres” y “la mujer sobre todo”.
La situación de desconocimiento y desinformación corresponde a una lógica que sucede no sólo en el feminismo, sino en otros tópicos: informarse por el otro, no por uno mismo, conocer a través de otros, no por una búsqueda propia.
El feminismo llegó y la desinformación de un mundo caótico le generó más batallas de las que ya tenía.
Hablar de feminismo es una continua cruzada en la mesa (aunque no debería ser así), en la cama, en el escritorio. ¿Por qué? Porque aún no se lo entiende y porque persiste el miedo a lo desconocido.
El feminismo nació y continúa siendo una búsqueda de libertad de existencia de la mujer, porque poco accedió a esta (censura, rol maternal obligatorio, rol doméstico, entre otros).
Hablamos de todo tipo de existencia: política, social, económica, libre de cualquier prejuicio por el género al que representa.
Periodista de la sección Metropolitana de Los Tiempos
Columnas de Sabrina Lanza Bugueño