Semblanza de Eudoro Galindo Anze
Estuve a visitarlo en su casa hace menos de una semana. Estaba agobiado por el mal de Parkinson pero me recibió con mucha amabilidad y conversamos un poco. Estaba muy contento por la reapertura democrática pero preocupado por los desafíos que se vislumbraban, sin un sistema de partidos con fuerza ideológica y organizativa. Esas preocupaciones eran consistentes con su largo accionar político.
Me acompañó hasta la puerta y quedamos en vernos pronto. No podía saber que nos despedíamos por última vez. Falleció antenoche.
Al irme recordé la primera imagen que tuve de él, saltando en los trampolines de El Cortijo un verano ya antiguo. Era un atleta que en ese tiempo impresionaba con saltos ornamentales y su dominio de la esgrima. Recordé también otro día ya lejano, cuando logré escabullirme de sus brazos luego de hacer estallar cohetillos en protesta por lo que considerábamos el uso de la pobreza como pretexto para reuniones sociales. Éramos varios muchachos en el intenso año de 1969 y Eudoro estaba casualmente en el Club Social cuando nuestra juvenil audacia nos llevó a criticar, de ese modo, un té rummy de beneficencia.
Tampoco olvido nunca una tarde en la universidad, ya muy cerca de las elecciones de 1979, cuando se presentó a un debate con Marcelo Quiroga Santa Cruz. Era un escenario absolutamente hostil para Galindo. Los estudiantes recibieron con frenéticos aplausos a Quiroga y abuchearon sin clemencia a Galindo, que apenas tendría un par de partidarios en el auditorio. No recuerdo una palabra del debate, pero sí el afecto con que se trataron ambos contendientes y el coraje que mostró Eudoro al presentarse en ese auditorio.
Para entonces ya tenía experiencia empresarial (producía las bicicletas Caloi) y había ayudado a crear la carrera de Administración de Empresas en la Universidad, pues tenía estudios en esa rama en la universidades de Texas y de Harvard.
En marzo de 1979, Galindo estuvo entre los que convenció a Hugo Banzer, el militar que encabezó una dictadura de siete años, de que se alejara de los cuarteles y contribuyera a crear un partido político para jugar en democracia: la Acción Democrática Nacionalista (ADN). No debió ser una tarea fácil pero fue crucial para dar estabilidad a nuestra joven democracia.
En 1985 Galindo acompañó a Banzer como candidato a la vicepresidencia y ganaron las elecciones con casi un tercio de la votación popular. Sin embargo, en el Congreso fueron Víctor Paz y Julio Garret los que convencieron a los diputados y senadores de las minorías, para que les concedieran el control del Poder Ejecutivo en la segunda vuelta congresal. Sin embargo, no hubo rencor ni resentimiento por la derrota, pues a las pocas semanas el MNR y ADN alcanzaron el acuerdo que permitió enfrentar la crisis económica y controlar la inflación.
Para 1989 Eudoro Galindo se había alejado de ADN creando un partido de corta existencia, el Partido Demócrata Boliviano (PDB) acercándose tanto al MNR que terminó como su candidato a la alcaldía de Cochabamba, que perdió frente a Humberto Coronel. En 1989 fue elegido senador por Cochabamba en alianza con el MNR. Para la siguiente legislatura, 1993-1997, mantuvo esa alianza y volvió a la Cámara de Diputados. Cuando Banzer alcanzó finalmente la presidencia por medios democráticos designó a Galindo para ocupar la embajada boliviana en el Japón.
En los últimos años estuvo muy concentrado en el estudio y la escritura. Apoyó el trabajo de la Sociedad de Genealogía e Historia y también del Instituto de Investigaciones de Historia Militar en Cochabamba.
Eudoro Galindo deja una importante obra escrita. Fue autor de El sueño truncado, una monumental biografía del Mariscal Antonio José de Sucre, y de un extenso y profundo estudio sobre los movimientos políticos estatistas, que en su criterio condujeron a experiencias traumáticas de despotismo y dictadura, titulado El Legado Maligno.
En sus estudios políticos destacan Reflexiones sobre la idea democrática y sobre todo, desde mi punto de vista, El fracaso del presidencialismo. En esta última obra sustentó su propuesta de reformar la estructura del Estado hacia un régimen parlamentario. Una propuesta que sin duda debería ser estudiada y considerada nuevamente, y que demuestra la visión política y el compromiso democrático de Eudoro Galindo, un político que aprendí a apreciar, al conocer de cerca su obra, que considero respetable y alentadora.
El autor es investigador del Ceres
Columnas de ROBERTO LASERNA