¡Es mejor no volver a la normalidad!
“Nunca será como era antes”, dijo una señora con una mirada preocupante. Para seguir la charla –manteniendo mi distancia de casi dos metros– le dije que sí y que la Covid-19 cambió todo. Pero ¿es tan grave? ¿alguna vez el mundo ha dejado de cambiar? Creo que es más riesgoso agarrarse del pasado sin importar su costo. Cuando se dio la revolución industrial, muchas personas se quejaban indicando que la máquina de vapor era una invención del diablo porque quitaba el trabajo de muchas personas. Sin embargo, bajaron también los precios de muchos productos haciéndolos accesibles. La transformación ha sido dura para algunos, pero en el largo plazo, todo este cambio ayudó a incrementar la calidad de vida de muchos.
Winston Churchill dijo “nunca desperdicies una buena crisis”. Sería una gran pena olvidar lo que hemos aprendido y todo lo que ha cambiado durante esta pandemia. Tres ejemplos:
Un amigo ha estado trabajando en casa durante todo este tiempo y con mucha eficiencia. Ahora, su jefe le ha ordenado volver a la oficina todos los días en el mismo horario de antes. Sin medidas de distanciamiento para ambientes cerrados. ¡Pidió trabajar desde casa por lo menos dos días a la semana y la respuesta fue “Claro que no, el trabajo virtual era sólo por el ‘corona’, ¡ahora todo es normal!”. Otra vez su jefe dinosaurio ha vuelto a modo precorona sin confiar en la productividad de sus trabajadores.
Otro ejemplo. Varias empresas abrieron la opción de pagos bancarios por Internet. Esto ha reducido el uso de dinero en efectivo (mayor seguridad y menos robos), de las filas (ganancia de tiempo) y aglomeraciones contagiosas (mayor salud). Las personas envían su código de confirmación del depósito por email y reciben su factura por foto en Internet para, luego de abierta la economía, poderla recoger para archivo de respaldo. ¡Una maravilla! Esto permitió tener clientes de diferentes ciudades y facilitar las cosas para muchos otros. Pero, ahora todo ha vuelto a la normalidad y la opción de transferencias bancarias ya no es lo común. ¡Una tontería!
El último ejemplo. La educación tuvo la gran oportunidad de introducir las clases a distancia por internet. Millones de chicos estuvieron, y aún están, bajo esta modalidad en el mundo. Lamentablemente, el Gobierno en Bolivia no tuvo el coraje, ni los medios, de intentar este experimento y buscó el camino más fácil de clausurar el año escolar incrementando la diferencia entre los niños de educación privada y los de fiscal. Los que sí adoptaron la educación virtual observaron, aunque con dificultades, que es posible tener estudiantes (incluso de otros colegios, ciudades y países). Mientras el resto del mundo aprende, mejora y avanza a grandes pasos, Bolivia se queda atrás perjudicando a una gran parte de su población.
El dinero en efectivo está en vías de ser obsoleto, muchos trámites y contratos se pueden hacer por Internet y de una vez debemos confiar en nuestros trabajadores profesionales y su productividad. Esta es la nueva tendencia en el mundo y funciona bien. ¿Realmente queremos volver a un sistema de educación de más de 100 años? ¿Queremos hablar de competitividad empresarial con herramientas obsoletas? ¿Vamos a desperdiciar las lecciones aprendidas de esta crisis y volver a las prácticas que no nos permiten avanzar?
El autor es economista para modelización dinámica
Columnas de ARNOLD HAGENS