Presidente sin Congreso
El régimen electoral colombiano no sólo separa adecuadamente la elección de presidente de la de parlamentarios, sino que agenda la disputa grande para el final. Eso quiere decir que el Jefe de Estado electo jura a su cargo con un Congreso elegido meses antes.
La idea parece buena. Ayuda a que los electores diferencien candidaturas y funciones, pero también otorga cierta preeminencia al poder legislativo, dejando para el final la disputa del máximo cargo de representación. Así, los parlamentarios no entran al hemiciclo sujetos de la manga del caudillo.
Tienen que pelearla solos. Sin embargo, este año, las cosas se ponen complicadas. En la segunda vuelta dentro de tres semanas en Colombia competirán Gustavo Petro, que posee 20 senadores y 27 diputados, y Rodolfo Hernández, cuya presencia parlamentaria es nula. “El Ingeniero” no participó ni en las elecciones primarias ni en las legislativas, y es justamente el que más opciones tiene de ganar en el balotaje.
Estaríamos hablando de un presidente sin bancada. Por otra parte, las discrepancias entre la elección legislativa y la presidencial son abismales. La bancada de Petro, por ejemplo, se formó con menos de 3 millones de votos, pero él superó los 8 millones este domingo. Además, la mayoría de los partidos presentes en el Legislativo estuvo ausente de los comicios presidenciales. Solo acumuló curules.
Tienen el poder de la ley, pero se abstuvieron de la lid mayor por el control del Ejecutivo. ¿Cómo moverán entonces sus fichas liberales, conservadores, verdes, radicales y uribistas? No es un asunto menor. Estamos hablando del 50% de los escaños que carece de cualquier lealtad con el futuro jefe del estado. Insólita Colombia.
Columnas de LA H PARLANTE