Edgar Villegas: “Quería ser vocal para aportar a la democracia”
Hasta hace poco menos de un año la vida de Edgar Villegas (paceño de 35 años) estaba consagrada a la informática, en un ámbito altamente discreto. Tras graduarse como ingeniero de sistemas en la Universidad Católica, trabajó durante cerca de 10 años en diversas empresas en lo que llama su “pasión”: el desarrollo de software. Pero las consecuencias de una entrevista televisiva lo sumergieron abruptamente en una intensa actividad política y notoriedad pública. Sobre esa experiencia, a momentos de pesadilla y a momentos de desgastante lucha, y sobre su nueva vida Villegas conversó esta semana con OH!
-¿Cómo y por qué decidió salir a realizar esa denuncia que conmocionó al país en aquellos días de por sí ya bastante tensos?
- Todo comenzó, en 2016, cuando se realizó el referéndum que consultaba sobre habilitar nuevamente a Evo Morales como candidato. Ya entonces descubrí un fraude. Era un caso puntual que había sucedido en mi recinto electoral. Afortunadamente ganó el “NO” y entonces no hubo mucha necesidad de insistir en esa denuncia. Pero ya mi indignación había empezado, y fue mayor cuando Evo empezó a desconocer el resultado de aquel referéndum.
Y en las elecciones del año pasado volvió a ocurrir un fraude en mi recinto electoral que me causó mucha molestia. Pero la gota que rebalsó el vaso fue el corte del sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP). Entonces, me puse a analizar los datos publicados por el Órgano Electoral Plurinacional (OEP). En ese afán, me enteré de unos amigos que también estaban realizando unos análisis de datos y los invité a conformar un equipo. Y, a medida que veía a otras personas más haciendo esa labor, las invitaba a unirse al equipo.
Un par de días después, estábamos mostrando en Televisión Universitaria los resultados de estos análisis que sumaban fuertes indicios y pruebas de fraude electoral. Luego estalló todo. Nunca imaginé que iba a tener tanto impacto.
- Y se vinieron semanas de mucho sufrimiento y trabajo, ¿no es cierto? ¿En qué momento se desató esa mezcla de pesadilla y lucha por consumar la denuncia?
- Todo empezó en media entrevista. Empezaron a llegar amenazas muy fuertes al celular de (la entrevistadora) Ximena Galarza, pero acordamos continuar. Entonces, decidí mostrar con máxima contundencia todo el material que tenía porque podía ser la última oportunidad de hacerlo. Al salir del canal, había una camioneta que luego nos persiguió de manera disimulada. Yo había ido en al automóvil de un primo y luego habían llegado unos amigos a esperarme afuera en otro vehículo. Cuando la camioneta nos persiguió decidimos separarnos y, por suerte, la camioneta siguió al otro vehículo, y yo pude evadirla.
A Ximena Galarza le pasó algo parecido. Yo me refugié en la casa de un amigo. Había dejado mi celular, apagado, en el canal para que no me rastreen. Luego, me puse a desactivar mis redes sociales a las que ya me habían llegado varias amenazas. Esa noche no dormí nada y al día siguiente me recogió el automóvil de la Embajada Británica que me llevó a la residencia del embajador. Luego, me trasladé a otro refugio para el que me ayudó don Waldo Albarracín y la gente de la Universidad Mayor de San Andrés.
Allí fui también contactado por la CNN y Fernando del Rincón quien pidió garantías para mi seguridad. A esa altura no había comido prácticamente nada ni siquiera me había cambiado de ropa. Incluso tuve que prestarme una camisa para la entrevista. Empecé a temer por mi familia que tampoco sabía dónde yo estaba. Paralelamente, continué trabajando con mi equipo. A todos les decía que estaba bien, pero andaba bajo mucha tensión, se me caía el pelo, me sentía enfermo.
-¿Qué trabajo hacían con su equipo?
- Hicimos un informe para enviarlo a la Organización de Estados Americanos (OEA) para la comisión de auditoría de la elección. Para colmo, en medio de eso, hubo una segunda entrevista para la CNN y allí se reveló dónde trabajaba. Eso les preocupó a los ejecutivos. Entonces me ubicaron y me dijeron que, lamentablemente, debían pedirme mi renuncia porque tenían miedo de que el Gobierno tome represalias contra la empresa. A esas alturas, eso ya no tenía tanta importancia para mí. Les dije que podían despedirme, pero luego de unos días arreglamos todo.
Mi refugio fue durante varios días la Asamblea Permanente de Derechos Humanos. Allí me ayudó muchísimo la señora Verónica Flores, fue como una mamá suplente para mí. Entonces, en medio de un gran desgaste del equipo, pudimos terminar el informe con toda la premura que ameritaba la situación. Unos días después llegó la noticia del motín policial, y me di cuenta que para el Gobierno yo ya no era su mayor preocupación. Decidí entonces volver a casa.
- Vino el final de aquella crisis, pero con bastantes sobresaltos. Sospecho que fueron aún mayores para usted. ¿No es cierto?
- A esas alturas, lo más optimista que pasaba por mi cabeza era que si sobrevivía me iría a vivir al exterior. Estaba seguro de que Evo iba a caer, pero que aún se quedaría en el poder por unos años. Luego, una mañana, muy temprano, desperté con la noticia de que la OEA había determinado que hubo fraude. Fue una alegría inmensa. Y más tarde, cuando renunció Evo, fue el día más feliz de mi vida.
Pero luego vino esa noche de terror cuando los grupos masistas salieron a desatar la violencia. Llegaron las noticias de que habían quemado los buses municipales y las casas de Waldo Albarracín y Casimira Lema. Nos avisaron que estaba en planes la quema de mi casa y tuvimos que evacuarla. Mi familia se fue a la casa de un amigo y yo tuve que volver al refugio. Gracias a Dios no se concretó. Entiendo que las barricadas que levantaron los vecinos de mi barrio fueron tan fuertes que los masistas no se animaron a acercarse a la zona.
-El informe que ustedes realizaron más otros llegaron a forzar a que Evo llame a nuevas elecciones y una renovación del poder electoral. Pero, curiosamente, meses después el MAS niega el fraude y dice que las irregularidades no habrían influido en el resultado. Aparecieron además unos analistas con artículos de opinión en diarios de EEUU que apoyan esas posturas. ¿Qué opina al respecto?
- Es ese juego de la posverdad. De esos informes publicados en el extranjero ninguno demuestra que no hubo fraude. Se trata de un análisis bastante superficial y sesgado. Eso lo publicitó la gente del MAS como si fuera una demostración de que no hubo fraude. Resulta muy fácil hacer un análisis superficial para decir que no se hallaron evidencias. Es parecido a ese movimiento de los terraplanistas, la gente que piensa que la Tierra es plana. Hacen una especie de experimentos que no logran evidenciar que la tierra es redonda y concluyen que es plana. Lo cual obviamente no tiene sentido. Estos análisis fueron algo muy perecido además de que trabajaron sobre datos viciados. Pero lo más importante es que se trata de estudios muy superficiales, incompletos y muy sesgados.
- Tras aquella odisea, su vida cobró matices bastante políticos. ¿Lo buscaron los partidos? ¿A qué nivel de participación decidió ingresar?
-Me ofrecieron candidaturas varios partidos, pero rechacé. Sí postulé para ser vocal del Tribunal Supremo Electoral (TSE), pero me pusieron unas trabas. Cuando se publicaron las observaciones dijeron que yo tenía deudas con el fisco. Entonces, preparé la documentación para desmentir aquello en los tres días que hay para impugnar esas observaciones. Pero cuando fui, además habían señalado que no tenía la libreta de servicio militar. Yo tenía un trámite de libreta de redención.
Si en las observaciones hubieron señalado eso el primer día, entonces hubiese acelerado y presentado oportunamente aquel documento. Las trabas las puso la comisión del Senado. Yo quería ser vocal para aportar a la democracia. Sólo tenía ese objetivo porque no me convenía ni en lo económico.
-¿Tiene planes para el nuevo desafío electoral que le espera al país?
- Sí. El año pasado trabajamos en la detección del fraude. Este año queremos ir más allá y ayudar a disminuir ese riesgo. Tenemos un plan que lo anunciaré pronto. Es un plan de control electoral ciudadano masivo que cuenta con diversos sistemas orientación y una aplicación móvil. El ciudadano podrá subir los conteos de su mesa y también fotocopiar el acta. Nosotros podremos comparar esos datos con los que publique el órgano electoral. Será una especie de TREP ciudadano.
También tendremos mecanismos de revisión de calidad de la información electoral que incluyen Inteligencia Artificial. Queremos conjurar varios riesgos de información tergiversada.
-¿Cuántos miembros tuvo el equipo el año pasado y cuántos tiene ahora?
- En 2019, empezamos cinco, llegamos a diez como equipo núcleo. Posteriormente, recibimos apoyo de mucha gente y muchos lugares. Se unió gente de todo el interior del país y también del exterior. Para este año yo estuve trabajando hace meses, y en agosto hubo un cabido digital que acordó conformar una comisión ciudadana para hacer control electoral. Esto encajó muy bien con lo que yo ya había estado trabajando. Al equipo se han incorporado expertos en estadística y de otras disciplinas que van a enriquecer el trabajo.
- ¿Cuál es la principal recomendación que le daría a los votantes para que velen porque no haya fraude en la próxima elección?
- Algo que quiero remarcar es que en la anterior elección el fraude se produjo en todos los niveles. Hubo fraude en los recintos y en el Órgano Electoral con diversos tipos de manipulación, empezando por la alteración de actas. Nuestra iniciativa apunta a que eso se reduzca. Por ello, es muy importante que la gente, al final del día, se quede en el conteo de los votos y saque una fotografía del acta. El año pasado la gente se confiaba en haber verificado que el conteo estaba bien, pero luego hubo quienes cambiaron las cifras en el acta.
Con la fotografía que luego podrá ser enviada a la aplicación que anunciaremos podremos vigilar mejor que no haya fraude.