La justicia que deseamos
Hace unos diez días, la jueza Patricia Pacajes volvió a ser noticia cuando rechazaron nuevamente su pedido de cesación a la detención preventiva a pesar de cumplir con los requisitos. Aprovecho la ocasión, pues, para comentar algunas ideas:
1) Ninguno de nosotros estuvo en el lugar de los hechos, y veo difícil que podamos tener una certeza total de cuál fue la cadena de eventos; pero es sorprendente lo mal que se recogieron y custodiaron las evidencias. Más allá de que eso no se pueda cambiar (no se puede cambiar el pasado), podríamos tratar de evaluar cuáles son las fallas para hacer modificaciones en los procedimientos: necesitamos aprender de nuestros errores.
2) No es el primer caso, no será el último, donde una persona recibe una condena por un hecho que no cometió y con evidencia que demuestra inocencia o hace sospechar de la condena. Entonces, ¿cómo es posible que se haya condenado inocentes? Fácil: la presión (ya sea la fuerza política o la económica) es más importante que la evidencia, y esa es una pésima noticia para todos. El sistema de justicia debe limitarse a tomar decisiones en el marco de las leyes, la constitución y los tratados internacionales; y no debe inclinarse ni ante poderes económicos ni ante buenas intenciones: cualquier desvío de ese funcionamiento asegura el desastre.
3) El audio filtrado “desnudó” esas prácticas, encarnándolas en la juez Pacajes. Solo ella ha recibido una sanción y está enfrentando un proceso. ¿Qué sucedió con el resto de responsables de cada eslabón en la construcción de un caso sin pies ni cabeza? ¿Hay algún otro acusado o investigado? Lo más probable es que no asuman responsabilidades.
4) A la juez, como a la gran parte de los presos, no se le están garantizando los derechos mínimos. Sé que muchos se alegran al saber que “recibe de su propia medicina”, pero es un grave indicador y precedente. Ni siquiera el peor de los asesinos pierde sus derechos. Están -deberían estar- por encima de todos nosotros, por encima de nuestro deseo de venganza.
5) Es urgente enfrentar una reforma policial, una reforma judicial, una reforma penitencial. Mientras tanto, lo que veremos son pantomimas de procesos donde no hay garantía alguna de un proceso transparente y acorde a la ley.
Termino con esto: más allá de grabaciones, de la sensación de injusticia y de la rabia, a la jueza Pacajes solo le deseo una cosa: que reciba un justo proceso, con garantías procesales, con tiempos adecuados, con una sentencia razonada, sin presión de exteriores. Le deseo lo que desearía para todos nosotros.
La autora es escritora.
Columnas de CECILIA DE MARCHI MOYANO