Recuperar la bicicleta como medio de transporte saludable
En lugares con alto crecimiento poblacional, congestión vehicular y contaminación ambiental como son la región metropolitana de Cochabamba y otras ciudades de Bolivia, Latinoamérica y el mundo, el mejor medio de transporte saludable es la bicicleta, que cumple múltiples funciones a la vez; en primer lugar, preserva el aire limpio, luego se desplaza fácilmente con velocidad regulada por cualquier camino utilizando energía humana; no requiere de costosas y grandes infraestructuras de cemento y hormigón, ni perjudica el flujo vehicular embotellando calles, avenidas o puentes; no provoca accidentes y su costo de mantenimiento es mínimo.
Es apto para su conducción por cualquier ciudadano que se considere sano; quienes tienen exceso de peso reducen las grasas innecesarias recuperando su peso normal. Cuando se aprende a manejar desde temprana edad ayuda a la formación de una personalidad equilibrada, libre y solidaria; nadie se considera ni más ni menos cuando conduce una bicicleta por que no crea complejos sociales de ninguna clase; además es un buen antídoto a las enfermedades psicológicas de la vida moderna como el estrés, la ansiedad, angustia, soledad, depresión y otras que son tan comunes en el trabajo, en las oficinas públicas y privadas, en los negocios o si se alguien encuentra desempleado sin recursos económicos para sobrevivir.
Cuando se pedalea y conduce ayuda a mejorar la secreción de endorfinas, reactivando las células dormidas de todas aquellas personas encapsuladas en los escritorios, fortaleciendo las defensas biológicas propias que son tan importantes para enfrentar las enfermedades y epidemias.
Con todas estas cualidades, el uso de la bicicleta en vez de aumentar con el crecimiento demográfico va disminuyendo en relación con los tiempos pasados cuando en la mayoría de los hogares tenían este medio de transporte. Esta reducción es atribuible a tres causas: la primera es el miedo a ser atropellado por los vehículos motorizados que se han apoderado de las calles y carreteras de acceso a la ciudad. La segunda causa, tiene que ver con la vida moderna asociada al sedentarismo, la comodidad, el ascenso social y el consumismo sin límites que cambiaron la matriz cultural y los valores de uso y consumo de las personas priorizando, en su escala de necesidades, la compra de vehículos individuales y familiares dejando el uso de la bicicleta para vías secundarias, parques o cuando hay bloqueos o paros. En tercer lugar, no existen rutas o vías alternativas para el uso exclusivo de las bicicletas, hay caos y sobresaturación del tráfico vehicular en el centro de la ciudad y los accesos; en estas condiciones adversas, competir con el transporte motorizado es exponerse a los accidentes y la muerte. Los culpables de este caos son los gobiernos municipales que no tienen planes de desarrollo urbano sostenible y de uso diferenciado de calles y avenidas con carriles separados para el transporte público o privado y los ciudadanos de a pie o en bicicleta que deben tener su propia ruta de circulación, tal como ocurre en muchas ciudades europeas donde existe el transporte intermodal que complementa los demás servicios.
Lamentablemente, el modernismo de las ciudades en nuestro país se reduce en lo esencial a la construcción de costosas obras de infraestructura vial que, en el caso de la ciudad de Cochabamba, no resolverá la congestión vehicular y la contaminación ambiental, tal como repiten de memoria las autoridades municipales.
Durante la cuarentena que ya dura alrededor de dos meses el vehículo de circulación más utilizado en la ciudad y el campo es la bicicleta. Las calles y avenidas están semivacías, por tanto, no hay mucho riesgo de accidentes y por ello, hombres y mujeres se desplazan cargados de sus mochilas llevando los bienes de consumo a sus hogares o cumpliendo otras actividades de emergencia.
Las carreteras también están atestadas de ciclistas; cada cierta distancia hay parchadores de llantas que son ocupaciones nuevas surgidas durante la cuarentena para auxiliar a estos ciclistas que cumplen mejor con el aislamiento social y ofrecen más seguridad a su usuario frente al potencial contagio de la epidemia, que podría ocurrir si utilizan cualquier servicio de transporte masivo.
Por eso la bicicleta igual circula ahora en pleno proceso de salida de las restricciones en las ciudades europeas o latinoamericanas; para Cochabamba es el mejor medio de transporte saludable. Ojalá que, con estas lecciones aprendidas, los gobiernos municipales cambien de chip mental y de comportamiento político pensando y haciendo más en mejorar la salud ambiental de los ciudadanos que necesitan rutas seguras para la circulación de las bicicletas.
El autor es economista
Columnas de GUIDO ESPINOZA TERÁN