Cochabamba, ciudad pantano
Hay una hondonada extensa y profunda en nuestro valle, donde todo está detenido y nada puede avanzar. La “Ciudad jardín” se transformó de pronto en un pantano fétido, lleno de basura, corrupción y mezquindad, donde unos nadan a placer y otros nos ahogamos en el intento de escapar.
No queda mucho que decir sobre la administración actual, que nos conduce sin brújula y con un dudoso brevete, y que cada día que pasa nos demuestra que su descaro aún no toca fondo. Tampoco sobre esa violenta pugna política que sumió al país entero en una crisis no solamente económica, sanitaria y social, sino también moral, que nos enemistó entre compatriotas y nos generó desánimo y desesperanza.
Pero sí me parece importante que comencemos a debatir sobre las próximas elecciones subnacionales. En esta ocasión, señor elector, es fundamental que usted lea el plan de gobierno de cada una de las candidaturas antes de emitir su voto, y no se deje arrastrar por esa corriente turbia del “voto castigo”, el “voto útil” y sus improvisadas variantes –“voto ortopédico”, escuché alguna vez, muerto de risa–, que son consignas malintencionadas que buscan manipularnos y evitar que formemos un criterio personal.
¿Cómo quisiera usted que sea Cochabamba dentro de cinco o diez años? ¿Le gustaría que siga siendo esa urbe caótica, aplastada por una nube de smog, y gobernada por comerciantes y transportistas?
El problema principal no es el presupuesto. Lo fundamental es, por un lado, identificar y resolver nuestras urgencias y, por otro, proyectar una ciudad sostenible para los próximos 20 años y, en ese propósito, administrar nuestros recursos de manera legal y transparente. Si no tenemos un norte claro, y la acción de Alcaldía no responde a una planificación seria, consumirá toda su gestión en hacer, deshacer y rehacer plazuelas.
¿Cómo esperamos reducir la contaminación, si cada vez se suman más vehículos de transporte menudo, y si no se plantea una solución concreta para las ladrilleras? ¿Cómo solucionar el colapso vehicular, la contaminación acústica, y el entorno riesgoso para ciclistas y peatones, si no se impulsa con firmeza la implementación de un transporte masivo? ¿Cómo concebir una ciudad sin áreas verdes ni bosques espesos, fundamentales para la salud de los habitantes? ¿Cómo puede ser que en pleno 2020 los vecinos del sur no tengan agua potable? ¿Cómo hablar de separación y reciclaje de desechos, si ni siquiera logramos erradicar esa mala costumbre de tirar la basura en las calles? ¿Cómo conocer y valorar nuestra historia si no se protegen los edificios patrimoniales? ¿Es exitosa la gestión de un alcalde que no trata en profundidad estos problemas esenciales, y que más bien los hace más grandes?
Tenemos que hacer un enorme esfuerzo por transformar esta “Ciudad-pantano” en una ciudad sostenible, llena de oportunidades y con un visible progreso. Pero no podemos volver a caer en manos de una administración tan mediocre y desleal como la actual. Dejemos de juzgar a los candidatos con los mismos parámetros de un reality show. Tengamos cuidado con esas siluetas nocivas que ya comienzan a dibujarse en el horizonte municipal, personajes sin escrúpulos que insisten en renovación de personal y en renovación generacional, pero que a cambio no plantean un verdadero giro de timón, y que en realidad el único progreso que persiguen es el de su propia economía.
Debemos comenzar por reconciliarnos como sociedad. No es posible construir un proyecto político en base al odio y la exclusión. Debemos cambiar de actitud, ser mejores vecinos, trascender nuestras afinidades políticas, y trabajar todos juntos para drenar el pantano.
El autor es arquitecto, Twitter: @lema_andrade
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