La reacción tarada
Bien sabemos que la historia del Homo sapiens es una historia de guerras, iniquidades, sometimiento, abuso, y que en muchos lugares todavía está muy lejos de acabar ese albur trágico.
Sin embargo, algo hemos logrado avanzar como humanidad, por lo menos en algunos rincones del orbe. En el caso de América Latina, por ejemplo, si no fuera por reivindicaciones que se han duramente conquistado, seguiríamos esclavizando a indígenas y afroamericanos, o las mujeres continuaríamos encerradas en los barrotes del “hogar” y carentes de los más básicos derechos civiles y políticos.
A medida que se ha ido reivindicando a grupos históricamente subalternizados y abusados es que se han materializado los sistemas políticos menos malos, es decir, las democracias basadas en el respeto de lo que se conoce como derechos humanos universales, un intento de fusionar lo más rescatable e importante de las reivindicaciones de la historia universal de la especie. Todo ello con la idea de que el famoso animalito Homo sapiens disminuya (aunque sea un poco) el ímpetu de sacarse la mugre a sí mismo y a todo lo que encuentra.
No obstante, de un tiempo a esta parte y por increíble que parezca en pleno siglo XXI, se están haciendo abundantes los retrógrados/as que consideran que es “rebelde” y muy cool desempolvar caducas expresiones de pensamiento político que amparaban estructuras sociales esclavistas, misóginas, intolerantes y/o potenciadoras de la desigualdad, subyugación e infelicidad del prójimo, y que naturalizaban el abuso de poder.
En consecuencia, es verdaderamente un retroceso que en todo el mundo y específicamente en América Latina, rebosen importantes autoridades y aspirantes a administrar la gestión pública que abiertamente elogian a sangrientas dictaduras en las que era habitual la tortura más espeluznante, la violación, la vejación y desaparición del prójimo, regímenes políticos que llevan en sus espaldas miles de muertos, desaparecidos, niños/as huérfanos/as que incluso fueron arrebatados de sus padres para ser criados por sus verdugos.
¿Alguien puede explicarme a qué clase de mentalidad enferma le puede parecer defendibles y rescatables gobiernos que utilizan los aparatos del Estado para cometer semejantes crímenes y arbitrariedades? ¿Y que, más de paso, prometan con nostalgia volver a semejantes contextos?
Es verdaderamente un retroceso que en todo el mundo y específicamente en América Latina, retornen los imaginarios de la temible Doctrina de Seguridad Nacional donde desde el desconocimiento, la desinformación y la ignorancia se encasilla a cualquier reivindicación justa que alcanzó la humanidad como “socialismo” o “comunismo”, fomentando demagógicamente los miedos e instintos colectivos más bajos.
Es verdaderamente un retroceso que en todo el mundo y específicamente en América Latina, sobren los que exhiben patéticamente su desprecio a la vida más allá de su ombligo, negando la evidente y desequilibrada afectación humana al entorno natural y arguyendo que el cambio climático, por ejemplo, es un “invento” de los “progres” que quieren joder los negocios de los pobrecitos plutócratas que no tienen ningún problema en seguir acaparando los recursos colectivos a costa del sudor, sangre, hambre ajena o a partir de restringirles a miles el aire puro para respirar, la sombra para descansar y el agua limpia para tomar.
Es verdaderamente un retroceso que en todo el mundo y específicamente en América Latina, proliferen posicionamientos políticos que aseguran que padecer homofobia, sexismo, machismo, racismo, “castismo”, clasismo, xenofobia y otras taras (que la humanidad, a estas alturas, ya debería dejar atrás) es sinónimo de orgullo. ¡Sin que falten los que se jactan de ser lo que llaman “políticamente incorrecto”, para expresar sin desparpajo la estupidez, ignorancia y violencia que conllevan semejantes manifestaciones del oscurantismo humano! ¡Sin que escatimen los energúmenos/as que creen que las taras no son algo para superar y que hay que ir pavoneando por ahí. ¿No se les cae la cara de vergüenza, señores/as?
La autora es socióloga
Columnas de ROCÍO ESTREMADOIRO RIOJA