Gatos. Un laberinto de quichicientos hilos y muchicientas hilachas
MARIANA RUÍZ ROMERO |
Dos detectives gatunos, Micho Arrascaita y Junaro Mojado, regresan a la escena tras haber debutado como premio nacional el 2014, en “Dos gatos mojados y el caso del paraguas”, obra que se incluyó en los 100 libros recomendados de ese año por la Fundación Cuatrogatos de Miami.
Son dos gatos misteriosos, estirados, estornudantes y curiosos, que hablan en trabalenguas y que utilizan juegos de palabras tan rebuscados, que incluso podrían poner a prueba la paciencia del lector.
En esta ocasión los contrata la gata Cotagaita, la gata de las puntadas, para rescatar sus amados hilos de las garras de la temible Bicha Mechón, una gata que se merece todos los epítetos con las que se la nombra, porque en su maldad crea muchos enredos y problemas para la gatuna comunidad.
Los gatos se comunican de manera adusta y complicada, con muchas variaciones y juegos de palabras. Los trabalenguas y expresiones enrevesadas alcanzan aquí su máxima expresión:
“—¿Abuchea la facha que presenta mi cuerpacho?, ¿o es que acaso está pensando que soy una hechicera, una imbunche que tiene una pata que le sale de la cabeza? —preguntó Bicha en tono burlón.
—De ninguna manera— respondió serenamente Junaro.
—¿Cree que mi tremendo tamaño sea solo la manifestación de un triste empacho?, ¿Que sólo soy una gata chabacana, feúcha, fantoche y mamarracha?
—¡No sea machacona! ¡Ni por si acaso pensé tal cosa! —respondió con firmeza el detective Junaro”.
Lo que difiere en esta segunda parte es el tipo de resolución del caso: no intervienen humanos de ningún tipo, y se sabe casi desde el principio que Bicha robó los hilos de Cotagaita. Esta es una misión de rescate, en una fábrica textil abandonada, que sufrió un incendio, y que ahora se ha tornado en el enrevesado reino de Bicha Mechón.
Este libro invita a una adaptación escénica, donde gatos vestidos de sombra negra se muevan, entre bobinas e hilachas, siguiendo el hilo fosforescente de la trama, hasta que el reloj minutero y el ruido de la lluvia nos lleven al enfrentamiento final, y se vea el desenlace al que se arriesgan estos dos valientes y envarados gatos detectives.
Si bien el lenguaje es desenfadado y lleno de palabras novedosas, puede haber llegado a un extremo tal, en esta segunda parte, que intimide o canse al lector. Se recomienda una lectura en voz alta pausada y entretenida, o escoger fragmentos para realizar en el aula a manera de escenas radiales o teatrales, para invitar a expresarse de maneras novedosas a los lectores.
Carlos Vera Vargas es un amante de las palabras y de los diccionarios, ganador de numerosos premios y menciones, nacionales e internacionales. Cada libro suyo es un regalo, porque nos invita a aventurarnos dentro del lenguaje y el misterio mismo de las palabras.
“Gatos en un laberinto de quichicientos hilos y muchicientas hilachas”, de Carlos Vera Vargas, fue ilustrado por Marisol del Burgo. Tiene 143 páginas.
CARLOS VERA OBTUVO UN GALARDÓN EN 2017
El escritor cochabambino ganó el primer lugar en el Concurso Nacional de Literatura Juvenil, con el libro “La resonancia de los estornudos fóticos y otros cuentos”.