Crisis universitaria
Cuando existe dinero los problemas no son un problema, son parte de la cotidianidad que se solventa con meter la mano en la hucha, en las cuentas bancarias de las instituciones. Pero todo se complica una vez la disponibilidad de recursos se agota.
Eso es lo que sucede en el sistema público de educación superior. Las universidades toman las calles para pedir más presupuesto, denunciar crisis, y el Gobierno les dice que deben optimizar lo que tienen.
El ministro de Economía, Luis Arce, en Cochabamba, dijo que existe crisis en el sistema universitario pero que esta es de otra índole. Tiene razón, hay crisis de valores, de comprensión del significado de la autonomía universitaria, de la responsabilidad interna y con el Estado en su globalidad, que no es afinidad a ningún régimen sino la ubicuidad respecto a su rol.
El problema económico tiene varias causas, una de ellas las medidas económicas, la política salarial del gobierno del MAS; mas también está en el exceso de personal administrativo, la carga horaria de docentes, el régimen a tiempo completo, el número de estudiantes, la falta de investigación útil a las proyecciones de lo que Bolivia precisa y la conjunción de intereses con la débil iniciativa privada.
El ministro Arce afirmó que la sociedad boliviana debe evaluar a la universidad y tiene toda la razón, pues el concepto de autonomía universitaria, la de Córdoba, era para que ingrese el conocimiento, para que haya libertad de pensamiento. En la actualidad, sirve para que estén los afines antes que los más capacitados. El valor es el voto que permita a tal o cual ser el Rector; que por el dañino concepto de cogobierno docente estudiantil, disponen, en conjunto, de los impuestos de los bolivianos. Me gustaría saber cuántos rectores dan a sus hijos el poder de decisión sobre el 50% de sus ingresos. Pero sí lo hacen con el dinero de todos.
Desde la recuperación de la democracia, desde el inicio de este gobierno, es la primera vez que se escucha a un Ministro de Estado emitir una opinión tan cruda respecto a la forma de administrar la universidad pública, y que debería ampliarse a la privada. Pocos son los elementos para rebatir lo que afirma. Ahora, quién le pone los cascabeles al gato. Será que la sociedad boliviana se preocupa por lo que pasa en la educación. Para tener una respuesta las autoridades deben trazar una hoja de ruta para que esto no acabe en una simple lucha por presupuesto que culmine en las calles, sin ir al fondo de lo que Arce tiene muy claro en su posición de autoridad nacional.
En ese entendido se debería comenzar por una auditoria administrativa que permita determinar el número real de funcionarios que necesita cada una de las universidades públicas, la cantidad de docentes. La misma debe ser independiente para que no haya susceptibilidad alguna.
En lo académico, si es un sistema, la forma de ingreso debería ser la misma para todas las universidades lo cual va cualificar la calidad académica. Así los traspasos de estudiantes serán por motivos reales y no como ahora que muchos van a una universidad que aplica una selección laxa para captar estudiantes y luego migran.
Debe incluir un componente que trabaje para cambiar el concepto de que una licenciatura es más que un grado técnico, aunque el licenciado sea mediocre y haya poca oferta laboral. Asimismo, revisar los planes de estudios de las carreras y analizar la creación de otras que van acorde con la demanda actual, las tecnológicas que tienen un mercado amplio de trabajo.
Hay mucho para incluir en la agenda, pero lo importante es que el desafío está ahí. Si el Gobierno y la sociedad queremos una juventud bien formada, sólo queda sincerarse aunque el golpe sea fuerte.
El autor es periodista.
Columnas de JORGE MELGAR RIOJA