Otro Año Nuevo que se viene…
Desde hace ya tiempo, quizá desde que llegó el llamado proceso de cambio, los bolivianos celebramos “fervorosamente” el Año Nuevo Andino Amazónico. De tal manera, que cada 21 de junio uno encontrará en los periódicos locales y en la pantalla chica la transmisión en vivo de los rituales que realizarán los sacerdotes andinos (o amazónicos, según el lugar donde uno se encuentre), y se verá a un aglutinado grupo de personas resistiendo el frío, pero con la convicción devocional de recibir los primeros rayos del sol. Alrededor de estos guías espirituales se encontrarán varios periodistas, cada uno cubriendo la noticia en vivo y queriendo hacer la mejor nota del evento; no faltará un curioso que se asome a ver el tumulto; también se oirá un suave susurro de un “x” participante que dirá que fue obligado, me imagino que es un funcionario público que no logró comprender las bondades de recibir el año nuevo (o tal vez simplemente, su presencia se debe al miedo de recibir una sanción). Prescindiendo del último personaje, todos los concurrentes estarán ansiosamente esperando las indicaciones de los amautas. También ya se sabe, que los representantes de los poderes del Estado encabezarán animosamente la llegada del Willka Kuti, que traducido del aymara significa nada menos que el retorno del sol.
Mientras tanto, los políticos (especialmente, los oficialistas) procurarán dar entrevistas a la prensa, las fotos y todo aquello que pueda demostrar su compromiso con el proceso de cambio. Incluso sobrarán explicaciones (desde la filosofía, la historia y la cultura) acerca de este magnánimo evento. Los diálogos con la prensa asombrarán a los televidentes o radioescuchas por sus profundos conocimientos de oídas acerca de la mitología andina y/o amazónica. En estas intervenciones tampoco se registrarán “novedades”. Además como también es usual, los presentadores de televisión serán los mismos a los que el televidente vio un día antes, aunque ese día le pondrán un poquito más de énfasis por ser un día tan especial para Bolivia. Mientras el pueblo disfruta del feriado nacional, ellos “gustosamente” nos informarán los hechos más relevantes. Ante tan semejante evento, los medios masivos de comunicación a través de sus habituales informativos (matiné, tanda y noche) nos repetirán hasta el cansancio lo que se vio en la mañana, cada 21 de junio, las mismas noticias.
Otro gran espectáculo, es el que se suscita en suelos sagrados de Tiwanacu. Ocurre matemáticamente el mismo ritual, con el aditamento del frío de los Andes. Pero para recibir el Año Nuevo en suelo de los incas, los participantes deberán viajar con muchas horas de anticipación (pero últimamente se puede advertir que hay un creciente desinterés por celebrar el Willka Kuti). Y ahí, habrá música autóctona, rock y cumbia para alegrar a los peregrinos. Como la noche es larga y sobretodo fría, algunos apaciguarán las brisas heladas tomando gustosamente las bebidas espirituosas, coca y cigarrillos, es un “sano” pretexto para resistir las inclemencias de los Andes, todo este sacrificio es para recibir el solsticio de invierno; en algunos casos termina en una bochornosa borrachera; aunque eso no lo transmitan en los noticieros (como todo el mundo nos sigue, preferible callar). Ya amaneciendo, los guías espirituales procederán a recibir el Machaq Mara o Año Nuevo aymara, con vista a la enigmática Puerta del Sol y levantando sus manos al cielo: esto termina siendo una insufrible monotonía.
El autor es abogado.
Columnas de FREDDY ZÁRATE