Algunos comentarios sobre el informe de reservas
Es bien sabido que la economía de nuestro país se ha caracterizado por ser históricamente primaria exportadora; en primera instancia siendo un país eminentemente minero y, posteriormente, relacionado de manera primordial con la producción y exportación de hidrocarburos, destacando sobre todo el gas natural. No podemos negar que es una valiosa oportunidad para el país poder contar con estos recursos que, claramente, nos posicionan como uno de los más ricos en cuanto a recursos en nuestra región y que, como resultado, nos han permitido tener importantes ingresos económicos.
El Modelo Económico Social Comunitario Productivo del país, tiene como uno de sus pilares fundamentales la nacionalización de los hidrocarburos (así como de otros sectores). Innegablemente, este cambio le ha permitido al país impactos positivos traducidos en la bonanza económica de los años pasados; periodo que responde, de manera fundamental, al alza del precio internacional del petróleo. Aunque esto nos ha permitido avanzar en aspectos importantes como la reducción de la pobreza extrema (de 41,2% en 1996 a 17,1% en 2017) según datos del INE, el incremento en el PIB per cápita, la disminución de la desigualdad, entre otros, aún no hemos podido hacer frente al escenario paradójico de abundancia en recursos naturales y limitado desarrollo económico en muchas de las direcciones que lo contempla.
Entonces, si bien se ha atravesado por un periodo de crecimiento, no hemos sido capaces de diversificar la economía con el fin de reducir el riesgo al que estamos sujetos por la variación del precio internacional del petróleo: aún dependemos considerablemente de los ingresos provenientes de este sector. Y es en este sentido, que al ser los hidrocarburos nuestra “gallina de los huevos de oro”, gran parte de la preocupación se concentra en mantenerla, es decir, prestarle toda la atención a la cantidad de reservas existentes. El pasado miércoles 29 de agosto se presentó, al fin, el último informe de reservas a diciembre de 2017, estudio realizado por la empresa canadiense Sproule International Limited, el cual sostiene que las reservas ascienden a 10,7 trillones de pies cúbicos (TCF). El informe oficial que antecede a este último era del año 2013 y sostenía que contábamos con 10,45 TCF.
Las expectativas sobre los resultados del estudio fueron muy elevadas, ya que este informe permitirá definir gran parte del rumbo de nuestra economía. Son muchos aspectos que se deben considerar en este sentido, ¿son las reservas suficientes para abastecer tanto la demanda del mercado interno y poder asumir los compromisos contractuales con el mercado externo? Al año siguiente concluye el contrato de venta de gas natural a Brasil y deben reanudarse las negociaciones para extenderlo (ambas partes han mostrado las intenciones de darle continuidad), ¿podremos asumir este compromiso? Considerando que la demanda interna es cada vez mayor tanto en el sector de transporte, la masificación del uso de gas natural en los hogares, la importancia de los hidrocarburos en industrialización de otros sectores, por mencionar algunos. Esto nos lleva a realizar una importante reflexión: si el grueso de los ingresos proviene de la venta de hidrocarburos (gas natural), se debió haber puesto todo el empeño en la exploración de nuevos pozos. Se ha incrementado la producción aprovechando los precios favorables, pero sin asegurar la reposición de las reservas, sin el descubrimiento de pozos importantes. Nos queda entonces el gran reto de realizar la inversión necesaria para la exploración y asegurar mayor cantidad de reservas, primero para abastecernos internamente, y luego asumir los compromisos con nuestros compradores principales e, incluso, buscar nuevos mercados externos. Esperemos que se lleven a cabo al año siguiente los proyectos anunciados de exploración y, siendo positivos, en un futuro no muy lejano se pueda reinvertir el excedente en fortalecer otros sectores de la economía que alivien al país de la alta dependencia que tiene de los hidrocarburos.
La autora es economista
Columnas de FÁTIMA ZAMBRANA ALMARAZ