Ingeniería electoral
Analizando la realidad política del país, debemos partir de la premisa siguiente (entendemos por premisa a cada una de las proposiciones del silogismo, de donde se infiere y saca la conclusión):
Primero, se enterró el concepto que representaba el 21F, no solo porque el pueblo había votado soberanamente por no aceptar modificar la Constitución para habilitar la repostulación de los actuales mandatarios de manera indefinida, y eso era suficiente argumento legal y legítimo para que no lo hagan, sino que además al no haberse modificado la Constitución propuesta y aprobada en su totalidad por el partido de gobierno, la norma del artículo 168 está vigente y está por encima de cualquier ley, así sea un tratado. No puede existir una segunda reelección (en este caso tercera); los políticos llamados de oposición enterraron estos conceptos valiosos.
Segundo, al 21F se le colocó una lápida al haber aceptado los grupos políticos opositores participar de las elecciones primarias que tenían un solo objetivo: buscar legitimar la postulación del binomio presidencial actual, dándole un viso de legalidad que los opositores con esa participación le otorgaban. La conclusión de esas dos proposiciones es que sí o sí van a celebrarse elecciones nacionales en octubre de 2019. Gracias exclusivamente a esa actitud calculadora y de intereses personales de grupos políticos y sus candidatos que están a la espera de ver qué pescan en su beneficio.
Hay una premisa que no podemos dejar de considerar y es que no va a existir una candidatura de oposición única, eso ocurre en países serios en los que primero están los intereses del país, a nivel doméstico es justamente lo contrario, se lo viene sufriendo desde 1825.
Ante ese silogismo claramente demostrado, a la ciudadanía no le queda más que esperar que al menos exista un pequeño rasgo de renunciamiento en beneficio del país. Se deberá dirigir toda la estrategia política electoral a la obtención de un número suficiente de asambleístas nacionales que no permitan que el ganador tenga dos tercios y procurar alcanzar la mayor cantidad de representantes legislativos.
¿Cómo se consigue eso conociendo la mentalidad criolla de primero yo y después yo? Si se piensa en serio en el futuro de Bolivia, se debe trabajar en una verdadera ingeniería electoral para poner a disposición de los grupos de oposición con sus candidatos, los elementos que permitan obtener conclusiones y recomendaciones posibles.
Esta ingeniería electoral debe partir considerando que los asambleístas nacionales se eligen en la primera vuelta, independientemente de si hay segunda vuelta, pues ésta se circunscribe a presidente y vicepresidente. El estudio debe claramente establecer los alcances de votación necesarios para que en el cuadro legislativo no llegue a haber dos tercios de una tienda política. Un elemento a considerar es que debe disminuir la cantidad de candidatos. Algunos lo harán para que no desaparezca su sigla y otros van a tener que analizar profundamente su realidad para retirarse. Así, esta ingeniería electoral podrá sacar conclusiones más manejables y lo más reales posible.
Desde ya, creo que esta idea morirá en un mar de informes de ingeniería electoral en directa proporción a la cantidad de tiendas políticas y muy difícil en un estudio encargado de manera única por todos los candidatos.
Antes de que nos demos cuenta llegará octubre y habrán pasado cinco meses de estériles discusiones para después echarse la culpa los unos a los otros, cuando en perspectiva todos serán responsables si se presenta el descalabro electoral.
El autor es abogado
Columnas de FERNANDO RODRIGUEZ MENDOZA