Para la prevención de la violencia íntima
Tras los más de 70 asesinatos de mujeres este año en Bolivia, muchas agrupaciones y líderes han buscado soluciones y mecanismos de prevención contra la violencia íntima de pareja. En general acusan al mismo culpable: el machismo patriarcal. Bolivia es sin duda un país sexista, pero ¿el machismo es el único responsable? Si se tratara de la única causa, ¿por qué no todos los hombres maltratan a su pareja? ¿Por qué otras sociedades con mayor uso de imágenes sexistas, con roles de género más establecidos o con menos libertades tienen menor índice de asesinatos que Bolivia? Quizás ver otros posibles factores pueda darnos más posibilidades de comprender cómo mejorar la vida de todos.
Este año se publicaron dos estudios longitudinales importantes que podrían darnos una respuesta a la agresividad: por un lado N. Barbaro y T.K. Shackelford, de la universidad de Oakland, y por otro el grupo de control de O. Szepsenwol, encontraron que la imprevisibilidad ambiental en la niñez, sobre todo en menores de cinco años, está asociada con el apego romántico ansioso y la perpetración de violencia de pareja íntima. La imprevisibilidad ambiental se refiere no tanto a la pobreza, sino a, por ejemplo, cambios de trabajo, de domicilio, de pareja, de acceso a alimento: una cosa es que siempre haya poco que comer, otra cosa es que un día haya mucho, otro día poco, otro día nada, otro día de nuevo mucho. Y es peor cuando se trata de expresiones de cariño: un día caricias, al otro día latigazos, de modo que no se sabe qué esperar, generando una grave ansiedad. La inestabilidad ambiental, según estos dos estudios, puede predecir el nivel de estrés, el apego enfermizo hacia la pareja, la edad anticipada de inicio de las relaciones sexuales y la agresividad hacia la pareja íntima.
Estos estudios no señalan que se trate de una causa única, sino de un factor fundamental entre varios otros que deben evaluarse: entre ellos está la variación genética y el consumo de sustancias como alcohol y drogas. Gran parte de la conducta depende de nuestra genética que interactúa con el ambiente. Y es que el comportamiento es el resultado de muchos factores asociados y no es una única respuesta mecánica ante la realidad.
En resumen: gran parte de nuestro comportamiento se define por la forma como somos tratados durante los primeros cinco años de vida. Si queremos realmente luchar contra la violencia, tenemos que cambiar la forma como vemos y cuidamos a los niños. Y eso no es trabajo solo de los padres, sino de toda la sociedad. De otro modo, lo único que haremos es proponer soluciones a posteriori, punitivas y no preventivas.
La autora es escritora
Columnas de CECILIA DE MARCHI MOYANO