¡Nos invaden los demonios!
En lo que respecta a la política nacional, en el transcurso del año 2019 me he abocado a escribir contra el proyecto masista de destruir los bosques bolivianos y arrebatar sus tierras a los originarios que los habitan. Otros temas de la política nacional fueron tratados por otros escritores, indudablemente que con mejores criterios que los míos. Ahora retorna el peligro del desarrollismo depredador y a la larga empobrecedor, y con no menor vigor que antes.
Todos sabemos que en Brasil, Bolsonaro ha hecho noticia con su intento de agrandar la destrucción de los bosques y el despojo de los originarios. Ahí apunta el peligro: la política de desarrollismo de Bolsonaro.
Tras de la política de Bolsonaro están los demonios de la fe. La fe es un instrumento para afianzar las creencias, pero por sí misma, como pretendido fundamento de la salvación del alma, es un engaño que hacen los demonios para esclavizar las mentes humanas. Así, la fe cegada es el instrumento de las ideas fijas, los “mems”, que son verdaderos demonios mentales. Los demonios de la fe se alían a cosas buenas para justificarse, pero en sí mismos son entes perniciosos. Pontifex minimus paganus dixit. Conforme a la enseñanza de Jesús y por ende incluso de muchos rabinos, las creencias tienen que ser analizadas por la razón.
Los demonios de la sinrazón quieren destruir los bosques, porque como seres en cierto modo “innaturales”, no aman a la naturaleza de la creación. Quieren una reproducción humana innatural, por ejemplo. A los demonios no les importa que se despoje de sus tierras a los dueños originarios de ellas; para algo son demonios.
El gobierno de Trump y particularmente su vicepresidente, Mike Pence, y el secretario de Estado, Mike Pompeo, están en el propósito de propagar una forma militante de protestantismo, como una milicia doctrinalmente belicista. Su organización es la denominada Capitol Ministries o Ministerios del Capitolio, cuyo principal expositor doctrinario es el pastor Ralph Drollinger. Son gente de derecha, calvinistas bien metidos en iglesias protestantes tradicionales de Estados Unidos como son las baptistas y pentecostales. Sólo que su técnica es trabajar directamente con gobernantes. Es con ellos, enviados por Pence y Pompeo, que Bolsonaro y sus ministros tienen sesiones de prédica.
Ejemplo concreto de la manipulación doctrinaria del pastor Drollinger. En Mateo 5:9 Jesús dijo: “Felices son los pacíficos, pues ellos serán llamados ‘hijos de Dios’”. Pues estos predicadores del mal dicen que esta frase se debe interpretar en sentido de pacíficos en sus vidas, pero que los gobiernos tienen derecho a hacer las guerras que hallen convenientes. Agregan que no hay que preocuparse por el medio ambiente, ni por los bosques, porque de eso se ocupa Dios.
La campaña de catequesis política de esta nueva camada de pastores, está dirigida a todos los países de América Latina y no van a obviar a Bolivia. Así que ya saben qué se viene tras los rezadores en público, que desprecian a la naturaleza, siendo enemigos de los árboles y despojadores de los aborígenes. A propósito “ab-origen” es el que habita un territorio desde un principio; en quichuañol desde tiempos de ñaupa. Los nuevos predicadores derechistas son enemigos de la paz, de esa decencia que debe imperar en las relaciones entre los pueblos.
Con esta política de desarrollismo malsano viene el imperialismo; por una parte el imperialismo boliviano contra los bosques y los originarios que las habitan, luego la alianza con el imperialismo americano, el respaldo al imperialismo chino y finalmente el respaldo al neonazismo de Israel.
El autor es escritor
Columnas de BERNARDO ELLEFSEN