MAS-IPSP: “Evismo” y Eva Copa
El MAS-IPSP es la organización política con mayor presencia en el territorio nacional. No depende de un "comité central" o de una "dirección nacional" establecida de "arriba hacia abajo" (lo que no implica que no requiera), sino de una estructura distribuida de organizaciones sociales que se articulan de manera dinámica como factores de poder que hacen casi imposible el establecimiento de una estructura jerárquica o definitiva. Por ello, el formato de su estructura es gelatinoso, flexible e inestable. El sustento de todo fueron los sistemas de autogobierno campesino e indígena de base territorial y de aquellos sectores sociales autodefinidos como "populares". Lo que les une, articula y permite el despliegue de acciones colectivas fue la estrategia de poder para hacerse del Estado.
El “evismo” fue la estrategia desplegada para que lleguen y se hagan del poder. A través de Evo Morales, gestionaron con relativo éxito la nave estatal durante 14 años. Se desplegó un estilo de gobierno que reprodujo la modalidad sindical campesina como modelo y estructura de poder. El formato de hacer política fue práctico, simple y binario, esto es, división del campo político en dos: amigo/enemigo y estrategia de “ganar o morir” y, así, la “guerra” como metáfora de la política.
De esta manera, las organizaciones sociales llegaron y aún controlan más de 2/3 de los gobiernos municipales, seis de las nueve gobernaciones departamentales y 2/3 de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP).
En 14 años, electoralmente Evo Morales solo tuvo una derrota nacional: el referéndum del 21F. Desde que fue candidato a diputado uninominal, a mediados de los 90, hasta que fue candidato a presidente por el MAS-IPSP, su desempeño superó la barrera de la mayoría absoluta, pero en octubre de 2019 no logró alcanzar esa meta. En el último tramo el “evismo” llegó a su límite cuyo efecto es la profunda crisis política que aún remueve los cimientos del país.
Sin embargo, esta forma de hacer política no está muerta. Perdió una batalla y busca reinstalarse en el MAS-IPSP y, luego, en el campo político. Su estrategia, es centralizada y escasamente democrática, pues Morales sigue siendo el centro y el objeto final de todo. Desde su asilo aún no dio señales de modificar o reinventar el “evismo”. Busca nuevamente, a través de organizaciones y actores “leales”,. hegemonizar la articulación de la estructura distribuida. Sus operadores son exmiembros de la burocracia estatal y dirigentes sindicales con probada experiencia en gestión de relaciones y poderes fácticos. La oportunidad de éxito que visibilizan es la crisis que pende sobre la estructura distribuida, esto es, la posibilidad de una mayor fragmentación y dispersión colectiva.
Sin embargo, por primera vez, se visibilizan resistencias y críticas internas. Muchas organizaciones están cansadas de que el “instrumento”, el MAS-IPSP, haya derivado en un dispositivo de poder sustentado en una lógica vertical, monótona y decisionista. Demandan ponerse a la altura del tiempo y del momento actual. Ya no es suficiente, como hizo el “evismo”, enmarcarse en el “todo o nada” donde los “amigos” que están en “el lado correcto de la historia” son inmaculados y moralmente superiores, hagan lo que hagan. Buscan desde las bases, “desde abajo” a través de distintas rutas, mecanismos, actores y liderazgos visibilizar una nueva manera de hacer política: pluralista, diversa, abierta, pública y democrática. Sin las narrativas preestablecidas que supongan confesiones de lealtad ideológica o genuflexión, sino algo más simple y, a la vez, complejo: estar acorde con el “sentido común” y los “sentires comunes” que se respiran por todo lado.
La gestión de Eva Copa, mujer/joven de raíz indígena, madre de dos hijos, pobladora urbana de El Alto y masista de clase media popular, a la cabeza de la ALP ya dio señales de buscar y lograr acuerdos, consensos y/o postergar, una y otra vez, la confrontación violenta. Este estilo ya expresa el devenir-otro de la política que, al parecer, no sólo el MAS-IPSP requiere para reinventarse, sino todo el país.
El autor es politólogo
Columnas de FERNANDO L. GARCÍA YAPUR