Descristianizando Occidente
En La sociedad abierta y sus enemigos, Karl Popper reconoce que la “civilización occidental debe su racionalismo, su fe en la unidad racional del hombre y en la sociedad abierta y, especialmente, su perspectiva científica, a la antigua fe socrática y cristiana en la hermandad de todas los hombres y en la honestidad y responsabilidad intelectuales”. “Ese individualismo que no prescinde del altruismo se ha convertido en base de nuestra civilización occidental. Así, constituye la doctrina central del cristianismo (‘ama a tu prójimo’ dicen las Escrituras, y no ‘ama a tu tribu’) y el corazón de todas las doctrinas éticas originadas en el seno de nuestra civilización y alimentadas por ella… no hay otro pensamiento que haya sido tan poderoso en el desarrollo moral de los hombres”.
Reconocer que las diversas corrientes éticas en Occidente le deben su origen a Sócrates y Jesús no es un aspecto menor si por todas partes vemos un afán de descristianizar la Civilización Occidental.
Intelectuales de toda ideología, doctrina y dogma, se han encargado de minimizar la influencia de Cristo en nuestras vidas, invocan a la diosa Razón, como los asesinos revolucionarios franceses, sin darse cuenta en la posición irracional en la que vienen sustentando sus argumentos. Si no utilizan la guillotina, su objetivo es la destrucción de la práctica del cristianismo.
En esa acción, han proclamado la muerte de Dios, como Nietzsche desde el irracionalismo más puro, para mostrarnos sus enfermedades mentales y su odio por lo divino, para creerse “superhombres” que viven como pusilánimes y mueren con sífilis; otros como Marx han recurrido a la ciencia para adorar el materialismo histórico y científico para condenar a muerte, a partir de sus ideas, a tantas personas que no alcanzaría panteón alguno para guardar los cadáveres de las víctimas de semejante superchería.
De igual forma, seudocientíficos que afirman la incompatibilidad de la ciencia con la creencia, que no aceptan que científicos serios encuentren la presencia de Dios en cada descubrimiento. Luego están los otros pensadores de menor rango, que se han valido de diferentes argucias para culpar a Cristo de ser enemigo de la Navidad como indica Leonard Peikoff, discípulo de la secta de Ayn Rand quien adoraba a Aristóteles, maestro del misticismo, estudioso de la inmortalidad del alma y los asuntos de Dios.
Peikoff acusa a los cristianos de haberse apropiado de la fiesta romana de las Saturnales para festejar en diciembre, argumento pobre, porque no importa si Jesús nació en enero, marzo o julio, la idea principal es la trascendencia de dicho nacimiento, y la influencia de la palabra de Jesús en la humanidad. Más allá de eso, comparar la natividad del verbo hecho carne con unos banquetes, tratando de minimizar el hecho religioso en sí.
Esa desesperación de los “racionalistas” de actitud irracionalista, porque tratar de ser racionalista en todos los aspectos de la vida no es más que una irracionalidad, nada más nos muestra su desesperación por no tener la verdad, como se posee a una mujer, pero la verdad sólo está reservada al ámbito de lo divino, los hombres por su finitud no podrán tenerla. Por eso Popper solía citar la frase de Jenofonte: “Los dioses no revelaron desde el principio todas las cosas a los mortales,
sino que ellos, con el transcurso del tiempo, mediante la búsqueda, pueden
llegar a conocer mejor las cosas”.
Estos pensadores han muerto, pero Jesús ha resucitado, demostrando que su doctrina es la más alta idea y defensa de la vida, venciendo la muerte, sólo un hombre ha merecido de los hombres un antes y un después de su nacimiento (antes y después de Cristo, así marcamos la historia), no dejemos que nos roben la Navidad con un simple “felices fiestas”, no es la celebración de las Saturnales, como ridículamente nos quieren hacer creer, sino la celebración del nacimiento del hijo de Dios.
El autor es representante del Instituto Libertad, Capitalismo y Empresa (ILCE)
Columnas de LUIS CHRISTIAN RIVAS SALAZAR