El regreso del Gordo Berkman
Lucho Berkman, el amigo del exministro Arturo Murillo, el hombre de Tamarac, involucrado en la compra con sobreprecio y sobornos, de gases lacrimógenos durante el gobierno de Jeanine Áñez, es un reincidente.
Una noticia de El Deber indica que la Unidad de Investigaciones Financieras (UIF) descubrió en abril de 2002 que los entonces ministros Walter Guiteras, Guillermo Fortún y Leopoldo Fernández se embarraron en un negociado de compra de equipos antimotines y gases lacrimógenos para la Policía.
El hecho ocurrió en abril de 2000 cuando la empresa Berkman Sport vendió al Gobierno equipamiento antidisturbios por 1,8 millones de dólares.
Sí, se trata del mismo Gordo Berkman, amigo de Murillo, que ya amasaba fortunas al iniciar este siglo a costa del erario público. La compra se hizo con el aval de Guiteras. Los gases y equipos fueron entregados a la Policía por su sucesor, Fortún. Sin embargo, las alarmas sonaron cuando Leopoldo Fernández asumió el despacho, ya en la presidencia de Tuto Quiroga, que había reemplazado a Banzer por enfermedad.
¿Hubo sanción? La única represalia vino también de Estados Unidos. Las visas de Leopoldo Fernández, de Peter Sueldo, yerno del Ministro y Secretario Administrativo del despacho y de otros funcionarios, fueron retiradas con lo que ya no podían ingresar al país del norte. Las indagaciones sobre el caso también se hicieron con el apoyo de agencias norteamericanas, como el FBI.
Hoy Luis Berkman está bajo libertad provisional mientras se sustancia la causa en su contra. Cuesta creer que habiendo pasado por dos escándalos (hubo otro de contrabando de armas en 2000), Berkman haya sido capaz de ganarse la confianza de Murillo.
No cabe duda que el ex hombre fuerte del Gobierno de Áñez es un aprendiz de corrupto.
Columnas de LA H PARLANTE