Lo subnacional y el poder de las palabras
Hace ya más de 200 años, el célebre lexicógrafo y ensayista inglés, Samuel Johnson, afirmó que el lenguaje es el vestido del pensamiento, de manera que, detrás de su aparente ingenuidad, las palabras más bien traerían, aparejadas consigo, auténticas ideologías y sistemas de comprensión del mundo.
Tiempo después, Napoleón Bonaparte diría que la repetición es la más vigorosa de todas las figuras retóricas. Así, el uso de determinadas palabras y su persistente repetición, son una sutil y muy poderosa manera de distorsionar el entendimiento de la realidad e incidir en el curso de los acontecimientos.
En Bolivia, y para el caso, son muchas las innovaciones lingüísticas que se pergeñan deliberada y conscientemente con el fin de condicionar el entendimiento de nuestra realidad, palabras que son luego repetidas irreflexivamente por otros, y créanlo o no, hasta por muchos cándidos opositores a estos sistema de pensamiento, y también por un grupo mayoritario de periodistas, con lo cual el resto de la población queda a merced de los estragos que la prestidigitación del lenguaje provocará en su comprensión de la realidad.
El término “subnacional”, es una de éstas nada ingenuas palabras que, sin estar ni siquiera mencionada en nuestra Constitución ni en la Ley Marco de Autonomías, ahora reina como natural y evidente para referirse a todo lo que tenga que ver con los gobiernos autonómicos departamentales y municipales, principalmente; habiendo así, lo “subnacional”, suplantado por completo a lo autonómico.
Ésta sutileza del lenguaje es devastadora para la ideología libertaria contenida en la corriente descentralizadora y autonomista, pues el término subnacional transmite la idea de que los gobiernos autonómicos, están por debajo y son subalternos respecto del centralismo, noción que no tiene ninguna correspondencia con lo establecido en nuestra actual Constitución que, superando al sempiterno Estado centralista, por vez primera introdujo, desde su artículo primero, un complejo sistema para un Estado descentralizado y con autonomías. Toda su Tercera Parte desarrolla los cuatro niveles de gobiernos autonómicos.
Así, el término “subnacional” viene a constituirse en un resabio del pensamiento centralista, secante y totalitario que fue superado con la reforma constitucional de 2009, y todos quienes se adscriben en esa reivindicación autonómica y libertaria reconocida por la propia Constitución no tendrían que repetir ni acuñar en ninguna de sus expresiones la referencia a “gobiernos subnacionales”, sino, más bien, llamarlos autonómicos, así como las elecciones “subnacionales” son en realidad autonómicas, y así tender a generalizar y normalizar el uso constitucionalmente correcto de los términos que, finalmente, expresan los valores y principios del Estado autonómico inserto en nuestra Constitución, ¿o es que acaso pretendemos retornar al centralismo?.
El autor es abogado constitucionalista, profesor de derecho, y ex Procurador General del Estado, @JoseMariaCabre
Columnas de JOSÉ MARÍA CABRERA DALENCE