Súper pulpo
No. Tienes todo el derecho a decir que no. “No puedo, no tengo cien manos que hagan las veces de cocinera, maestra, chofer, confesora, psicóloga, barrendera, prestamista, peluquera, costurera. No puedo, no soy súper pulpo”. Así de simple.
Porque toda mamá, alrededor del mundo, tiene el derecho a decir que no sin culpa alguna. Sólo tienes dos manos, una cabeza y un gran corazón para dar amor. Pero también mereces recibirlo, empezando de ti misma.
Es urgente que conozcas el poder de Decir que No.
Decir No a los festejos que se hacen a mil por hora por el Día de la Madre. Porque ya está bueno de correr a la tienda de alquileres por el disfraz de tink’u, pedir permiso al jefe para salir del trabajo, corretear por la ciudad para asistir a un incómodo festejo, donde apenas verás a tu hijo. Ese sacrificio es innecesario. Siglos de pensamiento judeocristiano hacen ver a las mujeres madres como las “abnegadas y sacrificadas” que deben ceder y poner la otra mejilla. Los filtros de las fotos familiares perfectas en Instagram aguantan todo. Pues no.
Decir No a partirse en mil pedazos para atender a todo sin apoyo. Esperando que además estés regia, linda y flaca.
Decir No a un festejo por demás hipócrita donde una gran mayoría de padres no pasa pensiones a sus hijos y deja que la madre sea el banco que financia la escuela, la alimentación, las clases particulares y los deportes de los hijos que él procreó.
Decir No a los himnos, canciones y poesías que enaltecen el sacrificio materno, por el dichoso 27 de mayo, Día de la Madre en Bolivia, y que luego se olvida a punta de violencia psicológica o física a esa misma madre que un día antes estaba recibiendo flores, tarjetas y desayunos.
Decir No a las mamis que se olvidan de la amiga sin hijos y la hacen a un lado, porque no tiene bebés y queda relegada a un último plano.
Decir No a las abuelas súper pulpos que, en lugar de estar tomando un café con las amigas, yendo a la peluquería o haciendo lo que les de la regalada gana, se transforman en segundas mamás, porque la primera es ejecutiva y ama de casa (vaya eufemismo). Curiosamente detrás de muchas mujeres “exitosas” existen abuelas que siguen criando nietos. ¿Felicidades?
Dile No a tu trabajo invisibilizado bajo el poderoso manto del “sacrificio materno”.
Aprende a poner límites y darte tu lugar. Empieza por ti. Deja de ser súper pulpo. Que las “felicidades” se vuelvan amor propio.
Debes ser tu prioridad. No una opción, un último recurso o un plan de respaldo, hazlo, deja de ser súper pulpo y se tu prioridad.
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER