Cocaína, política y poder
Planteada está, como se puede constatar, la pelea entre Luis Arce, que tiene el poder oficial gubernamental y la fuerza de los organismos policiales y parapoliciales (movimientos sociales adeptos, sin mirar quién está, si es “revolucionario y social”) y Evo Morales, cada vez más empequeñecido en el país, circunscripto al territorio del trópico cochabambino, cuyo peso actual aún está por verse. El ”niño ministro” Eduardo del Castillo (con la venia del Presidente, a quien aún, y por razones obvias, no es posible llamarlo “jefe”) ha decidido hacer del Chapare su “río revuelto”, es decir, el espacio donde se va a “pescar”, donde se va a centrar, para mostrar el éxito en la interdicción del narcotráfico que crece de manera exponencial.
La información que tienen en el Gobierno es que en Chapare hay tantas fábricas de cocaína que el día que entren van a encontrar las que quieran, en actividad. Tres fábricas grandes en dos incursiones es una muestra; ello ocurrió en menos de una semana (esta que pasa), es un éxito grande (con producción televisiva hollywoodense) y la contratación de su éxito. Evidentemente eso les permite no explicar cómo, desde El Trompillo en Santa Cruz, desde el hangar vecino al de la Policía, salga un avión que fue detenido en una estancia paraguaya, con dos bolivianos a cargo del mismo y cientos de kilos de cocaína pura. En circunstancias aún no del todo esclarecidas, en el mismo país se encontró otro cargamento, de idénticas características al citado, lo que hace presumir que o lanzaron los paquetes o el avión fue haciendo “escalas”. Tampoco explican que se intervenga las propiedades de los detenidos, cuyos nombres y actividades se conocieron el mismo día, recién a los cuatro o cinco días del hecho, cuando los mismos ya estaban “limpios”, sus grabadoras de video “vacías”, etc. De eso no se habla; no lo explican, como no se molestaron en hablar sobre el camión detenido en Chile con más de 110 kilos; parece que centrarse en Chapare da más rédito: lo demás son “daños colaterales”.
En marzo de 2022, desde su espacio/trinchera “Kawsachun Coca”, la radio de los cocaleros, en la que hace un programa radial “Evo es el líder de los humildes”, Morales decidió entrar de frente, a pelearle a Arce/Castillo para mantener un espacio de poder que le permita seguir siendo el único dueño de su territorio, habida cuenta de que la coca y los cocaleros del trópico son su principal y tal vez única fuerza que le queda, coca que todos sabemos va en más del 95% a la fabricación de cocaína.
En efecto, Morales denunció que en el Valle Sacta, en el trópico cochabambino, el Gobierno había impedido el ingreso de la FELCN a una fábrica de drogas. La historia es harto conocida; desde el Ministerio de Gobierno, el viceministro Mamani (que sigue en el cargo), el ex comandante de la FELCN, José María Velasco, y el entonces director Nacional de Umopar, Jaime Arancibia, ordenaron al coronel Yerko Terán que “exfiltre” (salga) del lugar, por orden del Ministerio de Gobierno. Y Terán salió. El escándalo fue grande, la FELCN entró al día siguiente, quemaron “la fábrica”, pero Terán denunció que ésa no era la fábrica a la que él entró, de lo que se dedujo que desde el poder se protegió la fábrica a la que se entró con anticipación y se quemó otra. El hecho es que, después de casi un año, no hay nada claro y todos están libres y don Jaime Mamani sigue en el cargo, como Zar antidrogas y los coroneles no han sido procesados, aunque sí apartados del cargo. Es decir, no pasó nada.
Según Morales (diciembre 2022), Jaime Mamani le dijo a él mismo que desaparecieron unos 500 kilos de cocaína incautada y que la explicación que le habrían dado era que “se pagaba a los informantes con droga” (https://www.paginasiete.bo/nacional/evo-dice-que-el-zar-antidroga-admiti...). Nadie se preocupó por desmentir la información.
El hecho es que Del Castillo, acusado por Morales y Carlos Romero de narcotraficante, decidió (¿necesidad de mostrar decisión contra la droga?) hacer del Chapare el espacio de la derrota de Evo Morales. ¡Quién lo dijera! El espacio que lo hizo crecer, que lo vio cambiar su destino de futbolista frustrado a ser el político más importante del país en 30 años, entre su antes y después, puede ser su tumba política, porque así se puede dar, si el Gobierno juega sus cartas inteligentemente.
Morales se preció siempre de que en Chapare no pasa nada sin que los cocaleros organizados no sepan; que tienen un sistema de información y transmisión de informaciones que avisa de la presencia de policías, de la FELCN, de Umopar; por qué no van a saber del movimiento de extraños al lugar que compran o encargan droga a los propios cocaleros que, como dice Gregorio Lanza, se encargan de preparar la pasta base que venden a los narcos, quienes la entregan a otros para la “cristalización”; ¿por qué no van a saber que llega pasta base desde Perú, con el mismo fin? La famosa Policía Sindical del Trópico es la verdadera policía de Chapare; ellos arreglan diferencias entre sus asociados, aplican “castigos” y “leyes propias”; expulsan de Chapare al que no se comporta conforme a las reglas impuestas; Gregorio dice que es un Estado federal, pero yo digo que es un espacio de poder, ya no de gobierno con autonomía en determinadas actividades delictivas, al menos las relacionadas al ilícito que nos ocupa.
Nada de esto es nuevo; el problema es que politizar la interdicción para sacar del espacio político a Evo Morales puede generar la misma resistencia que se generó y le permitió crecer como líder, en los duros tiempos de los “gobiernos neoliberales” a los que Morales presentó una fuerte oposición casi guerrillera, “poniendo cazabobos” y manteniendo un sistema de control del territorio del que él mismo se preciaba haber sido capaz de organizar para mantener a “la DEA y a los neoliberales” fuera de su espacio político, manteniéndolo inexpugnable.
Una cosa es que el Gobierno actúe con fines de Estado y otra muy diferente que use ese poder y argumento para quitarle poder político a Morales, ¿por qué no hasta sacarlo de la zona?; el trópico, Chapare y vastas zonas de Santa Cruz están muy penetradas por los cárteles de México y sobre todo de Brasil, en toda la frontera Este del país; ellos dominan esos territorios y llegan hasta Chapare donde, reitero, encargan y discuten precios y calidades de la droga, que luego se traslada a la Chiquitania cruceña, donde tienen una red de protección, entre varios grupos que se camuflan de “interculturales” demandantes de tierra, pero que, se ha constatado, tienen organización militar y están bien armados. De ahí sale a Brasil, Paraguay o Argentina (menos).
Ya conocemos la violencia del poder, la vienen demostrando en Santa Cruz capital hace mucho tiempo y en La Paz contra los cocaleros de la línea no gubernamental; dicho y visto esto, tenemos que alertar que, si bien es necesario actuar contra el creciente narcotráfico que se ha consolidado en el país, hay que hacerlo en el marco legal. En mi libro Coca, territorio, poder y cocaína (2016) aseguro que Bolivia es el supermercado del Cono Sur y no sólo se ha consolidado, sino que crece, de manera que depende de cómo se actúe, para que no tengamos el efecto rebote de la violencia narco que, como sabemos, nos puede hacer un daño incalculable.
Actuar con sentido no político y en la mirada de la interdicción tiene que ser el norte de lo que hagan; Morales está cayendo en imagen y mando en lo local, ahora está distrayéndose en lo de Runasur y azuzando la violencia del Socialismo del Siglo XXI en Perú (nada diferencia la violencia de las calles peruanas de las bolivianas, cuando Morales las movía); en ese campo, aún es importante porque mantiene una sombra del líder que fue; a Cuba, Venezuela, Nicaragua, cuyos líderes están prácticamente sin entrada a nuestros países, no les importa cómo mantenga su poder mientras les sea útil. En Bolivia y hasta en su mismo Chapare se puede “encontrar o desencontrar” con Andrónico Rodríguez, quien siente que su exlíder tiene una deuda con él, cuando le impidió ser vicepresidente o le disputó el Senado (no logró serlo por no estar un año en Bolivia antes de la elección), con el argumento de que había que saber renunciar.
Andrónico se opone (aún no de frente) al liderazgo y jefatura vitalicia de Morales, cosa que proponen en el trópico; quién sabe éste sea la punta de lanza “democrática y no violenta” que puede tener el Gobierno, aunque habrá que ver para quién y cómo trabaja el joven Rodríguez, una vez que tenga el poder chapareño y si logrará gobernar, sin oposición de las seis federaciones.
Eso se verá más adelante: por ahora, hay que apagar las mechas de los dos lados de un mismo paquete de pólvora.
Columnas de CARLOS FEDERICO VALVERDE BRAVO