Que nos dejen hacer y ser como somos
Una de las actividades que más me gustaba hacer siendo joven aún, hace muchos años ya, era aprender de gente experta, lo más posible, para luego compartir el conocimiento adquirido. A estas alturas de mi vida no me arrepiento de haber dedicado tanto tiempo a ello, pues mientras más me instruía, entendía que nunca se acaba de aprender y que quien se hace el sabiondo es porque, de veras, aprendió poco.
Pero, hay algo más, enseñar ayuda a crecer. Por eso agradezco a mis profesores del colegio y catedráticos de la universidad, por coadyuvar a mi formación con su conocimiento, consejos y ejemplo. En el campo académico, devolver parte de lo que la vida le ha dado a uno es satisfactorio; dar sin esperar nada a cambio, salvo, saber que se ayudó a una persona, con la confrontación de ideas, a tomar decisiones informadas.
Era necesario este prólogo para referirme al conversatorio Desarrollo productivo: Bases para una nueva relación con el Estado, al que fui invitado por la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA), iniciando un nuevo ciclo de este tipo de encuentros, el 24.05.2023.
A no dudarlo, el tema planteado es de actualidad, siendo que hay quienes ponen en duda la existencia de un modelo cruceño y otros lo aceptan, pero lo cuestionan dándolo por agotado. La mejor forma de afrontar esto es entender, primero, qué es un modelo y mostrar luego los resultados sabiendo que “dato mata a relato”.
El modelo de desarrollo cruceño debe pensarse como una representación abstracta de la realidad regional —una versión simplificada de su funcionamiento— sin prejuiciar que se lo plantea como el ejemplo non plus ultra a ser imitado, reproducido o copiado.
Dicho esto, aquí van evidencias de por qué se dice que el modelo cruceño es exitoso:
Santa Cruz, en apenas 70 años pasó de ser una aldea marginada, a ser la región más poblada y principal actor de la economía nacional; su población que en 1951 era 9% del total nacional, hoy es el 30% por la migración que no para: Santa Cruz es una tierra de oportunidades, con un gigantesco mercado de 3,6 millones de personas.
En materia económica, pasó de un 10% de aporte al PIB nacional en los años 50, a un 30% en la actualidad, siendo el bastión de la economía nacional. Desde 2011, Santa Cruz crece más que Bolivia, es la locomotora económica del país porque “jala” su crecimiento. En 2020, durante la pandemia, el PIB de Bolivia cayó 8,7% y el de Santa Cruz “sólo” 4,1%, gracias a eso la economía nacional no se derrumbó en 11%. Y si bien en 2021 Bolivia creció 6,1% y Santa Cruz 5,7%, con tales porcentajes el PIB nacional no igualó su nivel de 2019 pero el de Santa Cruz sí, superándolo, gracias a su resiliencia.
Su aporte al PIB agropecuario nacional bordea el 45%, consagrando la seguridad con soberanía alimentaria del país, además, alimentando al mundo a través de la exportación. Con 16,4 millones de toneladas de producción de alimentos y 2,9 millones de hectáreas cultivadas en 2021 aportó el 76% de lo producido por el país: 100% del sorgo y girasol; 99% de la soya; 92% de la caña de azúcar; 75% del trigo; 72% del arroz; 66% del maíz y 31% de hortalizas.
En materia pecuaria tiene el mayor hato ganadero con 4,6 millones de bovinos y 1,1 millones de porcinos, en 2021 produjo casi 130 millones de pollos y más de 1.300 millones huevos, con la mejora genética bovina logró campeones mundiales y en 2022 exportó carne y derivados por cerca de 190 millones de dólares.
En materia de exportación, significa el 33% del total boliviano, 77% de las ventas no tradicionales y 88% de las agropecuarias, destacando la soya y sus derivados que en 2022 lograron 2.230 millones de dólares, el tercero en importancia luego de los minerales e hidrocarburos. La soya, por sí sola, aportó al país divisas por más de 18.000 millones de dólares gracias a los 59 millones de toneladas exportadas desde 1980.
En 2021 Santa Cruz tenía la menor pobreza moderada, 25% (Bolivia, 36%) y la menor pobreza extrema 3,3% (Bolivia, 11%); además, una mejor distribución del ingreso con 0,39% (Bolivia 0,42%) y la menor desocupación urbana de 3,8% (Bolivia 4,3%).
El modelo funciona bien, porque al menos 85% de la actividad económica es privada.
Respecto de las bases para una nueva relación con el Estado, luego de mencionar los temas pendientes, lancé este pensamiento: “Que nos dejen hacer, que nos dejen crecer, que nos dejen ser como somos” y concluí leyendo este extracto del
Memorándum de 1904 de la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz:
“No pedimos a nuestros compatriotas que nos traigan el progreso, como ha dicho un escritor sin sentido común. Tal vez ellos necesitan más de ese progreso que nosotros; el progreso vendrá paulatinamente, nosotros lo obtendremos con nuestros esfuerzos”.
El autor es economista, magíster en comercio internacional y gerente del IBCE
Columnas de GARY ANTONIO RODRÍGUEZ