Lo que se ganó en las calles, el ciudadano defenderá en las urnas
Ante la incapacidad e infinita estupidez de los políticos tradicionales de sepultar al Movimiento al Socialismo en las urnas, no obstante el actual e histórico “voto duro antimasista”, que alcanza a los dos tercios del electorado; corresponderá al ciudadano, la obligación patriótica de defender en las urnas lo que se ganó en las calles, luego de esa heroica resistencia y lucha de 21 días.
La revuelta popular acabó arrinconando al caudillo en un callejón sin salida, que no le dejó tuvo otro camino que renunciar a sus pretensiones de “poder eterno” y escapar del país.
Ese desenlace, dio lugar a la apertura de un nuevo proceso electoral, modificando sustancialmente el contexto político-electoral. El escenario es propicio, como nunca antes, para sepultar al MAS en las urnas, después de una perniciosa hegemonía, luego tres elecciones ganadas, con más del 50%. Las dos últimas, en 2009 y en 2014, la votación obtenida les posibilito el control del Poder Legislativo con más de dos tercios, concentrando así un inédito poder, que a la postre se constituiría en la principal fuente de su perdición; inexorablemente el poder acabo pervirtiéndolos en extremo.
El escenario, luego de casi 14 años de supremacía, es históricamente propicio para derrotar con amplia mayoría al masismo, dando lugar a la conformación de un gobierno fuerte. Empero, esta inusual posibilidad, en manos de los políticos tradicionales opositores al MAS, está en inminente riesgo.
Divididos, ahora, en cuatro fuerzas políticas, luego de la renuncia de Tuto Quiroga, aunque, según los últimos sondeos de preferencia electoral, tres sin ninguna facultad competitiva. Entre ellos, Luis Fernando Camacho, de la agrupación Creeemos. Al parecer, este candidato, con su infinita miseria, convergería con la estrategia masista de fragmentar el voto de oposición propiciando no solo la mayoría absoluta del MAS en la Asamblea Legislativa Plurinacional, sino también un triunfo azul en primera vuelta. En las filas del MAS están esperando precisamente aquello, la fragmentación del voto opositor. En esa línea, Luis Fernando Camacho se convierte en aliado fundamental de esa estrategia. Qué ironía: de enemigo principal en la crisis de octubre y noviembre de 2019, se convierte ahora en aliado estratégico.
La miopía de sus aspiraciones propugna la mayoría del MAS en la Asamblea. Aunque, el Poder Ejecutivo se resuelva en segunda vuelta, donde se da por descartado el triunfo del mejor candidato de oposición al MAS; este carecerá de grados mínimos de gobernabilidad. Con un Parlamento en contra, la inestabilidad política, la anarquía y el caos, serán una constante.
La estrategia masista, dirigida desde Buenos Aires, consiste precisamente en generar esas condiciones, para un rápido retorno de su cuestionado líder, conspirando cotidiana e impunemente desde Argentina. La tozudez de Luis Fernando Camacho y sus aliados, entre ellos Reyes Villa, están colocando en serio peligro lo que la ciudadanía, con su tenaz lucha y resistencia, obtuvo en las calles. En el electorado se espera, todavía, la declinación de su candidatura.
¿Qué hacer, entonces, frente a ese espantoso escenario? Obviamente, como la salvación no está en manos de estos mediocres e incapaces políticos opositores, debemos apostar por el ciudadano. Ahora, en las urnas, nuevamente, como en las calles, la participación ciudadana es de primer orden. Para no traicionar al resultado que se ganó con tanto sacrificio en las calles, corresponde a todos actuar con esa misma valentía, inteligencia y responsabilidad en las urnas.
No hay otro camino para evitar ese espeluznante retorno al pasado. La democracia en Bolivia, ahora, la salvaremos nosotros: los ciudadanos. Ese poder ciudadano que se ha manifestado en el último tiempo de manera recurrente. Desde los referendos aprobatorios de los estatutos autonómicos de los departamentos de La Paz, Chuquisaca, Potosí, Oruro y Cochabamba (octubre, 2015), la consulta popular para modificar el artículo 168 de la Constitución Política del Estado y posibilitar la reelección (febrero, 2016), la elección de magistrados del Poder Judicial (diciembre, 2017), hasta las últimas elecciones generales (octubre, 2019) el ciudadano ha demostrado un alto nivel de consciencia y patriotismo.
En todas esas “querellas”, que se dirimieron en las urnas, en una lucha desigual, como entre David y Goliat, la consciencia ciudadana, derrotó a las ambiciones masistas de perpetuarse en el poder. Sin los recursos y armas, que contaba el masismo con el uso del aparato estatal, la ciudadanía, munida solo con un bolígrafo, expresó claramente su consciencia.
Corresponde ahora, este domingo 18 de octubre, actuar con la misma consciencia, para defender en las urnas lo que se consiguió en las calles.
El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la UMSS
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.