Tres riesgos para la economía
Aunque una de las metas del Gobierno es la reactivación económica, como prometió el MAS durante la última campaña de las elecciones generales, hasta ahora no se ven resultados claros que apunten en la dirección de recuperar los niveles de actividad previos a la pandemia.
Pero la crisis, recordemos, no comenzó con la irrupción de Covid-19 en el país, sino que la perceptible disminución del ritmo de la economía ya estaba presente en 2014, cuando terminó un ciclo de ascenso y se inició un descenso a cuyos efectos se sumaron las consecuencias de la pandemia. Aquella caída, tras un período de bonanza que se originó en los excelentes precios internacionales para los commodities, trató de ser amortiguada con créditos internos y externos, bajo la línea de prolongar artificialmente las excelentes cifras de lo que se conoció como el superciclo de las materias primas. Además de estas medidas, no se conocieron otras que revelaran un plan estructural y consistente contra la crisis económica que hoy amenaza al país.
El último informe sobre el desenvolvimiento económico de la fundación Milenio, publicado hace poco, confirma que hay al menos tres factores que impiden la reactivación y que implican un riesgo en el corto y mediano plazo; sostiene este documento que, de no ser debidamente controlados, los tres mencionados aspectos podrían desencadenar un escenario crítico y recomienda, en consecuencia, tomar efectivas medidas contra la reducción constante del nivel de las Reservas Internacionales Netas (RIN), el constante déficit fiscal y el progresivo y sostenido aumento de las importaciones de combustibles, en especial de diésel y gasolina.
Las cifras son concluyentes en cuanto a la rebaja de las RIN. Conformadas por dólares, otras divisas, oro y demás activos, las RIN han disminuido de un máximo de 11.357 millones de dólares alcanzados en 2015 a 1.481 millones a principios de este mes. Antes, durante los anteriores gobiernos del MAS, este monto era uno de los más mencionados en los informes oficiales, pero hoy prácticamente ha desaparecido de los discursos públicos.
En lo que respecta al segundo factor, el constante déficit fiscal superior al 8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) corresponde a la diferencia entre el elevado gasto público y los ingresos para las arcas fiscales. En 2021, se registró por octavo año consecutivo un déficit fiscal, pero fue el segundo más alto: 9,2 por ciento del PIB. Lo que cabe, en una etapa difícil para la economía, es reducir los gastos públicos o, en términos más llanos, ajustarse el cinturón, pero esta conducta responsable traería consecuencias políticas que el Gobierno, al parecer, no está dispuesto a afrontar.
El tercer factor es nuevo para el país, que de ser exportador de gas hoy se ha convertido en importador de combustibles. Con la invasión de Ucrania, se ha disparado el precio de los hidrocarburos y, según los datos oficiales, el segundo trimestre de este año el importe de las exportaciones de gas fue menor en 13 millones de dólares con respecto a la compra de carburantes.
Se imponen medidas correctivas inmediatas para evitar efectos indeseables. Pero lo más probable es que todo siga como hasta ahora.