Luis Arce perdió la credibilidad
Todo empezó con su comparecencia en la más alta tribuna, la 77ava. Asamblea de las NNUU en Nueva York.
La “justicia en Bolivia no depende del Ejecutivo”, dijo. Falso, quedaba la duda de si el Presidente estaba bromeando. La risa es importante, aunque tiene su momento adecuado, ¡el entorno no puede distinguir cuando es en serio y cuándo no! No cumplir lo prometido lleva a la duda, la pérdida de confianza, de modo que incumplir es el camino más cercano a la mentira y entonces sobreviene la pérdida de la credibilidad. En boca del mentiroso lo cierto se hace dudoso, refrán popular que nos enseñan en la escuela, expresa la consecuencia inmediata de la mentira. “¡Que viene el lobo, que viene el lobo!”, bromeaba el pastorcillo de la fábula; no le creyeron, finalmente, porque el lobo nunca había llegado y cuando llegó y gritó otra vez ”¡Que viene el lobo, que viene el lobo!” era tarde, porque no le creyeron y el lobo lo devoró sin remedio.
Confirmando la falsedad de Luis Arce, se produjo el incidente: el más alto miembro del Consejo de la Magistratura, el Dr. Marvin Molina, fue pillado infraganti ofreciendo empleos a jueces adictos a la dirigencia masista. Ha sido tal el escándalo que el tribuno renunció a la presidencia del Consejo de la Magistratura, pero no al Tribunal, lo que también es altamente incorrecto. Sucede que estamos conociendo diversos grados de falsedad de quienes un día dicen una cosa y al siguiente cambian de opinión, así se deja de creer en estas personas, ya no se puede confiar en ellas.
Los sabios recomiendan contar la verdad de lo ocurrido sin agregar detalles y así evitarás la pérdida de tu credibilidad, sin olvidar que el testigo verdadero dice la verdad, mientras que el testigo falso dice siempre mentiras. Cuánta diferencia entre el que dice la verdad y el que miente: por ello, si crees que es cierto lo dicho por otra persona es que goza de credibilidad, no necesitas comprobar su mensaje, lo aceptas como genuino, es que se ha ganado tu confianza, lo dicho por tu interlocutor resulta siendo cierto; pero esto se da cuando no se acaba la credibilidad, porque está confirmado que no podemos vivir sin confiar en alguien, y por ello aceptamos esas palabras sin criticar lo dicho, sin el beneficio de la duda.
El drama que se vive en Bolivia es la pérdida de la credibilidad de su Presidente: no habla claro, prefiere ocultar lo que piensa y se muestra conflictivo. El silencio a nuestras preguntas o las respuestas evasivas son la regla de oro para saber que nos esconde la verdad y elige la mentira, aunque ya no confiemos en su palabra.
Columnas de MAURICIO AIRA